14 de septiembre de 2016. Miércoles.
MARTES Y TRECE
Parpadeando, en el jardín. F: FotVi |
-Ayer fue martes y trece, o martes y el ensalmo, el
hechizo. Es el asombro de lo inverosímil, de lo que es fábula. En el mundo de
hoy, prevalece la quimera por encima de la realidad. Incluso más que en otros
tiempos, donde todo eran brujas y hechizos, y pócimas. En aquella época,
quemaban tristemente a las brujas, hoy, por el contrario, las ensalzan, las
hacen éxito viral. Las meten por las redes y por ahí andan, haciendo
artificios, creando falsas ilusiones, iluminando fantasías. En la televisión
todo parece grande, los pecados y las virtudes. Pero una vez fuera de los
objetivos y los focos, todo se empequeñece, se puede medir, todo es pequeño
acontecimiento, todo es humano. Fuera de los focos hay lágrimas, ilusiones, chascos,
y los años que no perdonan. Hay días que, bajo los focos, uno ríe, celebra su éxito,
pero, una vez en la oscuridad, se deshace el mito, se rompe la arbitrariedad,
se ocultan los lamentos. Ayer, martes y trece, pensé todo esto, mientras leía
al poeta Shuntaro Tanicawa, que en un poema titulado Un Chagall y una hoja de roble, decía: «He gastado todos mis
ahorros en una litografía de Chagall / y la he puesto junto a una hoja de roble
que encontré en el camino… / El Chagall es hermoso. / La ahoja de roble es
hermosa… Mirando la hoja de roble / pienso en la delicadeza de lo creado… Una
hoja de roble y Chagall, / ambos preciosos, irreemplazables». A veces, pienso,
Diario, que la poesía nos salva de nuestras ofuscaciones y delirios absurdos y
nos pone en nuestro sitio de seres humanos, con nuestros miedos y sueños, todo
a la vez, como un milagro que parpadea (19:28:04).
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