viernes, 29 de diciembre de 2017


29 de diciembre de 2017. Viernes.

SILENCIO ENAMORADO

Contemplando silencios, en el atardecer. Murcia. F: FotVi

-Amo el tiempo, en el que vivo, y el espacio, por el que me muevo. Vivir y morir en el tiempo, ‑o instantes (un soplo, un relámpago), que no se repiten- y quedar en el espacio. Se muere en el tiempo y quedas en el espacio. Solo que -tras la muerte- quedas deteriorado: hay más esqueleto que pensamiento. Pero es lo que queda de ti, tus mondos y áridos huesos, que te invisten de una cierta eternidad, pero sin sueños. Eternidad fría y estática, enterrada, muda, sin palabras, sin sucesos. Finaliza el año, se acaba el tiempo, y quedan los recuerdos: los de los otros. Pues los de los muertos se van con ellos, y descansan en la paz de la ceniza. Que como dice el poeta y pensador sirio Adonis: «La ceniza, / que ha devorado a los muertos, / no se acuerda de ninguno». Los vivos, sin embargo, sí recuerdan; hasta que también se hacen ceniza, o polvo de defunción, silencio; pero -y glosando al terrible Quevedo-, silencio «enamorado». Los recuerdos son silencio enamorado. Silencios que rezan o callan, pero que suelen decir una verdad: que todos soñamos con la  inmortalidad; no nos sirven, pues, Diario, ni el tiempo, ni el espacio, solo nos valen los sueños (17:55:02).

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