5 de julio de 2023. Miércoles.
TODO SUCEDE EN LAS MANOS
TODO SUCEDE EN LAS MANOS
-Día nublado, que, como
diría Martín Garzo de la melena de Marta, en su novela Las historias de Marta y Fernando, es «una mezcla entre el humo y
las ramas de los árboles». Y día de oración en la Casa Sacerdotal por uno de sus huéspedes
más ilustres, José Luis García Hernández, muerto recientemente en olor de sencillez y trabajo.
Rezaba y trabajaba, como cualquier monje devoto y cercano a Dios. Su tarea era
la historia. Rezar nos aproxima a Dios, y Dios, al trabajo. San Jerónimo decía:
«Trabaja en algo, para que el diablo te encuentre siempre ocupado». Se trabaja
incluso cuando se piensa en qué hacer. Al fin, todo sucede en las manos: lo que
antes ha acontecido en la mente, se ve hecho realidad –obra de arte o utensilio
práctico– en el cuenco de las manos. Ya se trate de un poema o de un capitel
dórico del Partenón de Atenas. El cerebro trabaja para las manos, como el
corazón lo hace para la vida. Ah, decirte, Diario, que las flores de la
orquídea, abiertas desde abril –pequeño y bello milagro de la naturaleza–, han
empezado a morir en julio. Quedan hechas como un trozo de papel rizoso, y así permanecen
para siempre; no mueren, quedan, como los silencios que siguen a las palabras, fosilizados
(12:54:16).
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