8 de julio de 2015. Miércoles.
NO ENTIENDO
NADA
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De tertulia, en el jardín. F: FotVi |
-¿Por qué no entiendo nada? ¿Por qué la dialéctica de algunos (en
prensa, radio, televisión) cada vez me deja KO, o knock out; es decir, fuera de combate? En el ejercicio de la
dialéctica casi nadie parece decir verdad, o, en todo caso, sólo su verdad. Al
hilo de la palabra se van hilvanando medias verdades, mentiras, y (de vez en
vez, como una ramita verde de alegría y triunfo, o de aleluya todavía en yema) alguna
verdad. Hablan, batallan, se enzarzan. Hay lenguaje en sus ojos, en sus manos,
además de en sus sonrisas de desprecio o conmiseración. La sonrisa de desprecio
(o conmiseración) es el penúltimo ultraje o bomba fétida contra el oponente. Se
llaman tertulianos y ganan poco (eso dicen), pero venden mucho. No escuchan,
sólo recitan: o un verso blanco (derechas, conservador), o un verso rojo
(izquierdas, progre), o el de color naranja (centro, intermedio); y, últimamente,
también el verso color de fuego (los extremos, populismos), que son los que sin
pudor y con dientes blancos (¿dispuestos al mordisco -quizá-?) más perdonan, sonriendo.
Estas tertulias son un echarse un pulso dialéctico, donde cada cual se siente
vencedor; y donde nadie da su brazo a torcer. Yo, a veces, los oigo como el que
oye llover, y (cantando lo de: «Que llueva, que llueva…, etcétera»), acabo por
ser el último que ríe, pasándome a ver a John Wayne en una de John Fort, donde Shakespeare
se hace Oeste bellísimo, trágico, tierno, lúdico, soñador, y con un final
hermoso en el que, mientras las praderas florecen y los ríos siguen yéndose camino
de sus sueños, Romeo siempre halla a Julieta, en el recodo de un beso. Al final
de la tertulia, Diario, nunca hay poema, porque no hay verso blanco que rime
con verso rojo, o verso naranja que lo haga con el verso de fuego; o sea, todo
queda como estaba: en agua de borrajas. Ay, en agua de tertulia (12:19:06).