8 de enero de 2017. Domingo.
GRACIA
Dadles de mamar, en la Capilla Sixtina. Roma, F: ABC |
-Hoy celebra la iglesia el Bautismo de Jesús en el
Jordán, donde Juan, de pronto, se pone a limpiar pecados. Cae el agua sobre las
cabezas y caen los pecados enredados como nudos de serpientes al agua, y se los
lleva la corriente. Es un decir. Cae lo feo, la maldad. Y la injusticia y la avaricia,
como paroxismo o furia de lo feo y de lo malo. Y de aquel bautismo con agua, a
este bautismo de ahora con agua y fuego, o Espíritu Santo. Aunque el Bautismo
de Jesús es una epifanía, una manifestación, un darse a conocer: Jesús se
manifiesta como Señor y Dios -«Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto»-, que
ha de revelarnos que Dios es Amor. Es su única misión: decirnos que Dios es amor,
no cólera, no intolerancia, no condena, sino misericordia. No es moral estricta,
severa, sino gracia, salud para las heridas. Y hoy, bautismos en Roma, con el
Papa como oficiante. Y en el otro Jordán de la iglesia, la pila del Bautismo. Pero
en el entretanto, los niños lloran, y se rebelan: tienen hambre. Y el Papa -solícito-
recomienda a las madres que los amamanten: «Ustedes, mamás, dadles de mamar sin
temor, con toda normalidad, como Nuestra Señora daba de mamar a Jesús». Pues
las madres, Diario, trasmiten la fe a sus hijos, y, en el caño de leche de sus
senos, la vida (18:54:43).