30 de mayo de 2017. Martes.
PERFECCIÓN
Lo perfecto, en el jardín. Torre de la Horadada. F: FotVi |
-Abre el día y me da su
luz en los ojos, y, con la luz, el canto áspero y relampagueante del mirlo. Desde
las seis anda de picos pardos el enamorado y afanoso mirlo. Ortega decía que «enamorarse
es sentirse encantado por algo, y algo solo puede encantar si es o parece ser la perfección». El encanto es una
especie de hechizo, que seduce. El enamorado de Dios: o la suma perfección,
dice el creyente. O el que aspira a lo perfecto humano, que no puede ir más allá
de un bello libro o la Pietà de
Miguel Ángel; tras la realidad de la perfección humana, siempre se vislumbra un
poder ir más lejos: siempre se puede remediar esa pequeña mota de imperfección
que seguramente existe en cualquier bella obra del ser humano. En lo humano,
todo lo bello puede ser aún más bello, incluso nuestra propia vida. La belleza
de una vida humana siempre puede ser aún más bella, o la belleza y el infinito.
¿Es bello el canto del mirlo? Muy bello. Pero lo es más una melodía de violín
que vaya cerrando los ojos de un niño hasta dormirlo. La melodía, los ojos del
niño, el sueño: y los vuelos del sueño; esos mundos inverosímiles, con ángeles
cantores y lunas que hablan, y niñas que venden nubes. (Elena Poniatowska). La
vida, Diario, o esa bellísima obra de arte, siempre inacabada, siempre acabándose
y siempre renaciendo, como un ave fénix inmortal (20:06:32).