28 de abril de 2017.
Viernes.
FOTO
Rezando, entre la multitud. En Venezuela. F: ABC |
-Me quedo con una foto
en la que unas monjas rezan por la libertad de un pueblo, que padece
persecución y hambre, y mano dura por parte del libertador de turno. Usar la oración y no un destornillador o una
piedra como armas arrojadizas, es una original y hasta lírica manera de hacer
algo distinto y útil. Rezar no alborota, pero puede salvar. Al menos te salva
de la desesperación, de la impotencia de ver que gritas y no te oyen. A veces,
se oye más lo que dices en silencio que lo que vociferas airado. Ya decía Mario
Benedetti que «hay pocas cosas tan ensordecedoras como el silencio». Y más, si
es silencio que reza, porque no es necesario usar palabras, solo dibujar en tu
deseo lo que deseas y dejarlo avanzar hacia su destino, que casi siempre es
Dios. Rezar por la libertad, es ya ser libres, aunque haya un tirano al otro
lado de la oración. En Venezuela, y en tiempos de apremio, Diario, es saludable
rezar por la libertad (20:15:12).
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