17 de enero de 2018. Miércoles.
ES
POESÍA
Poesía, en el jardín. Casa Sacerdotal. F: FotVi |
-Aseguraba Samuel
Beckett, con voz profética, que podrá no haber poetas, pero siempre habrá
poesía. Es decir, siempre habrá vida y luz, o caos vital: como una luciérnaga
en la oscuridad que ilumine, y muera, o una rama de almendro que florezca, y se
quiebre, o una risa de niño que gorjee, y -perdón- se haga caca. Todo es
poesía. Aunque no haya palabras, habrá cosas que relumbren o que oscurezcan el
sol. Como la espiga en el campo, o el alacrán bajo la humedad de la piedra. Hoy
me levanto miércoles, después de haberme acostado martes. Poesía es todo lo que
se ve con ojos de poeta, con emoción, con la sinrazón del poeta. Con angustia
de poeta. También el mal; y la fealdad. O el bien y la bondad. Cuando Becker
dice aquello de «poesía eres tú», no sabemos a quién se lo dice: si a una
mujer, si a Satán, si al enano de la Corte. La poesía no está en el objeto,
sino en la palabra que lo dice. La palabra y la pasión del poeta son los que
hacen que cualquier cosa -un río, la habitación nauseabunda de Van Gogh, el
estertor de un moribundo- sean poesía. O la sartén y el cazo, y el perro que
levanta la pata y mea en la esquina de la calle, para su alivio y el del poeta,
que lo ve y lo celebra. El poeta hace palabra -o luz, belleza- lo que es un simple
proceder excrementicio del perro. Decía Baudelaire que la belleza es algo
artificial, depende de la mirada del poeta. La mirada, que con las palabras, hace
la belleza. Tejiéndolas y destejiéndolas como reflejos, según Octavio Paz. Ah, y
es que la palabra, Diario, se hizo carne y habitó en la belleza, nutriéndonos
de vida, de poesía, de esplendor, de libertad (11:38:56).