17 de noviembre de 2021. Miércoles.
LA SORPRESA
LA SORPRESA
Escribía yo el 17 de noviembre de 2012: La sorpresa lo es cuando algo
que sucede te coge desprevenido, que es como un aprovecharse de un cierto
desvalimiento o desabrigo tuyos. Si dormitas, te sorprende la gota de agua de
una broma en la comisura o el roce de una pluma en la nariz. Te desgañitas
haciendo aspaviento. Resoplas y gesticulas, y eres inocente causa de risas
inocentes. La risa de las bromas es risa (casi siempre) sin mala intención,
risa lírica, pues, o risa de espuma de cava solo. Pues andaba yo el sábado 15
por la avenida cosmopolita de Facebook, saludando y dejándome saludar, cuando
de pronto me sorprendió un mensaje. O una mirada, y era alguien que me
decía: «¡Te he visto!». Algo parecido a lo que le ocurre al personaje de Italo
Calvino en el cuento Los años-luz, de
Las cosmicómicas, que desde una
galaxia a cien millones de años-luz, distinta de la que él está, le ponen un
cartel en el que se podía leer: ¡TE HE VISTO!, llenándolo de inquietud y miedos.
Una amiga de la infancia, me enviaba este mensaje: «¡Hola, Vicente…! No suelo
entrar en Facebook pero hoy, al ver que el amigo Illán me nombraba, me ha
picado la curiosidad y: “¡Te he visto!”. Aquí me tienes para comentarte que la
semana pasada en La Casa Regional de Murcia en Valencia, oí cómo recitaban unas
poesías tuyas, preciosas (Final y Muchacha, tú), arropadas por la calidez
de un piano y… ¡me emocioné! Te felicito de corazón y no sé si me recuerdas,
pero como sigo siendo bastante lanzada y el público murciano lo demandaba, yo
recité “La cebolla”, de Esmeraldo
Cano y he de confesarte, que los dos “triunfamos”. Tú, por merecida justicia a
tu inspiración, y yo… Pues no lo sé, pero mi acento murciano que no he perdido,
afortunadamente, hizo que nuestros paisanos se encontraran en claro transporte
imaginario al corazón de nuestra tierra. Si llego a saber que tu poesía estaba
programada, te habría recitado yo, aunque la rapsoda lo hizo muy bien. Recibe
mi afectuoso saludo. Carmen Sabater.» Como ves, Diario, esta fue la sorpresa:
hay quien recita en tertulias literarias (y nada menos que en Valencia) tus
poemas, lo que es de agradecer. ¿No te parece? Y como ves: el «¡Te he visto!»,
no era nada inquietante, sino revelador de una antigua amistad. Hoy recuerdo; y recordar
es vivir dos veces: el haber vivido entonces, y el vivir ahora, y esto me consuela, y,
aunque envuelto en añoranzas, me rearma (20:18:31).