12 de febrero de 2023. Domingo.
LA DANZA DE LA
LITURGIA
-Es hermoso descubrir que la palabra “liturgia” se deriva de un verbo
griego –“diakoneo”– que significa
“servir”. Palabra que no indica jerarquía en la cual uno sea superior a otro, sino
de un servicio o ministerio, que se regala a quien desee vivirlo. Es la
coreografía –arte de la danza– que hay que seguir en la alabanza a Dios. Danzar
con la palabra y los gestos, hasta lograr que la oración llegue, como incienso,
hasta Dios. En la liturgia todo es elevación, ascenso, de abajo a arriba; de este
modo, como diría San Juan de la Cruz, «se da a la caza alcance». La liturgia no
es rutina, la rutina no asciende, no remonta, va destruyendo la consistencia de
las cosas, las deteriora por un uso o manoseo inadecuado de las mismas. Cristo
nos dice hoy en la danza de la liturgia de la misa que Él no ha venido a
destruir la ley, sino a darle plenitud. «No matarás», dice la ley; «pero yo os
digo –indica Jesús–, todo el que esté peleado con su hermano, será procesado». Dios,
que es Amor, da un recital de lo que es amar, para concluir: «Amaos los unos a los
otros, como yo os he amado»: y muere en la cruz. La cruz es la rúbrica de Dios a
la gran historia de su amor con los humanos. Con Jesús, Diario, se nos quita el
miedo a amar y a ser amado. Jesús es el maestro de ballet que, antes de dar
un consejo, ejecuta los pasos a seguir: enseñándonos
lo que significa «amar hasta el extremo»: hasta dar la vida
(12:14:44).