30 de septiembre de 2016. Viernes.
MORDISCO GOLOSO
El árbol de la ciencia, en Tallín. Estonia. F: FotVi |
-En el dictum de
Acton (siglo XIX) se dice que «el poder tiende a corromper, y el poder
absoluto corrompe absolutamente». El poder, ese vicio original, habido ya en el
principio. En Génesis 3,5, se dice:
«Dios sabe muy bien que el día en que comiereis de él (el árbol del bien y del
mal), se os abrirán los ojos y seréis como dioses». Era la serpiente, el más
astuto de los animales, la que hablaba. Como dioses, tendréis todo el poder. El
poder absoluto, déspota, tajante, afilado. Se os abrirán los ojos, despertaréis
de un mal sueño; se os abrirán los ojos del deseo. Y el deseo de poder desesperado,
iracundo, irritado, es capaz de todo, hasta de dar muerte o morir matando. El
deseo de permanecer, amurallándose, en el poder, y encerrarse en él con las
bayonetas (ideológicas) caladas. Es lo que está sucediendo ahora en un partido
político, respetable y necesario, por lo que es y ha sido, en esta etapa
democrática, para España. La democracia, esta señora vestida de votos y de
alternancias en el poder, que ahora parece estar en peligro. Yo, que no
entiendo de política, creo saber algo de deseo y de poder, los dos pájaros
oscuros que anidan en el corazón del hombre, y que, a veces, lo llevan a su propia
destrucción. Le comen el seso y lo aniquilan, como una inmolación al dios que
da y quita el dominio. Arder en la pira del poder, como una polilla en la llama
que la atrae como un bello paisaje a la vista, o como el mordisco goloso,
ávido, a una manzana; es decir, la del Paraíso. Sólo se trata, Diario, de
morder; el gusto, antes del bocado, ya se derrama por las comisuras (11:50:58).