miércoles, 1 de noviembre de 2017


1 de noviembre de 2017. Miércoles.

PEQUEÑA JOYA ESCONDIDA

Humilde flor, pero haciendo jardín. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Hoy es el día de la santidad en forma de diamante, la santidad pequeña, joya escondida. Pequeña, pero joya o alhaja o filigrana; o abeja envuelta en un relicario de ámbar y de años. Es la santidad de mi madre, de la tuya, del hermano, del padre achacoso, de la abuela con rosario y cansancio en las manos, del pobre con periódico y manta y postura de feto, durmiendo en la calle. Día de la santidad gloriosa, y sin embargo con olor a campo, a fregona, a aguja de zurcir prendas de vestir, la sanidad vestida de sencillez y cotidianidad, la de las bienaventuranzas. Los pobres, los que lloran, los perseguidos, los que ofrecen su vida por la justicia, los que se echan al mar para tocar la libertad y una soñada prosperidad, los que no devuelven mal por mal, sino mal por paz, ni dicen palabras falsas ni hinchadas de odio, estos son los santos que celebramos hoy: «los vestidos de blanco que han lavado sus ropas en la sangre del Cordero». (San Juan). Hoy, yo celebro, entre otros, a mi madre: santa de silencios largos y rosarios extensos: «Seis -decía- y lo suelto»; es decir, seis rosarios y todos los padrenuestros y avemarías de más, que iban llegándole a la boca como mariposas sagradas, que ella masticaba y las hacía vida de su ancianidad sin una queja, postrada en un sillón. Hoy, en la ciudad, y en  la clandestinidad de la noche, Diario, han caído unas gotas de lluvia, que me han recordado las cuentas del rosario de mi madre, deslucidas como sus dedos, como sus pupilas, como su corazón generoso y siempre disponible para las bienaventuranzas, las ocho, como otro rosario de santidad (12:59:18).

2 comentarios:

  1. Comprobado: Una madre nunca muere, como tampoco muere su olor, su amor, su ternura y su total entrega al hijo lactante, adolescente, adulto. Bienaventuradas las madres que nos dieron la vida y entregaron la suya para hacernos personas de fe, de sanas costumbres y de hábitos limpios (hábitos religiosos talares y los otros, los del bien hacer con los demás. Siempre llevamos en nuestro corazón y en nuestra mente aquel bello rostro arrugado que nos miraba con tanta dulzura.

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    1. ¡Qué bien describes, José María, lo que es una madre: tan atentas siempre, y tan calladas! Son la atención continua -y delicada- para sus hijos y para todo aquello que quieren. Recuerdo a mi madre, con 99 años, diciendo que no quería morirse. ¿Y por qué?, le preguntaba yo. Por no dejarte solo. No por vivir, sino pensando en la soledad que me acompañaría tras irse ella. Son extraordinarias; yo la recuerdo siempre con su sonrisa de proximidad, a flor de labios. Como algo surgido para hacerme feliz. Yo, dejándome querer, la hacía también feliz a ella.

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