14 de noviembre de
2017. Martes.
PALOMA
CANSADA
Paloma pensativa, en mi balcón. F: FotVi |
-Me levanto con la mente
clara y las piernas menguadas, inciertas. Doy pasos difíciles. Pero como toda
paloma cansada, insisto en volar, sin importarme el dolor y sí la rabia, mi
afán por extenderme en el vuelo y abarcar los cielos, abrazándolos. «Así
enciendo mi llama», que diría el poeta libanés Adonis. La llama de volar
utopías, aunque parezcan imposibles; la llama de hacerme con el tiempo y su
declive, intentando dominarlo, aunque, al fin, me destruya. Me adentro en la
mañana y compruebo que casi todo sigue como lo dejé el día anterior: Puigdemont
en Bruselas, con su casco prusiano -el pelo- impidiéndole pensar, y sus discípulos,
confusos: mediocres paladeando la mediocridad. Siguen las lágrimas de Buffon, que
han conmovido al mundo -dicen los que buscan hacer de cualquier cosa una tragicomedia-,
por quedar Italia eliminada del Mundial. Como si lloraran las ruinas del
Aventino y toda la historia de Italia por tal calamidad. La frivolidad arruinará
el mundo. Mientras, el planeta todo está en peligro, lo dicen los sabios que
vigilan su decadencia, y esto no nos conmueve, las lágrimas las dejamos para
llorar la imbecilidad. La estupidez, decía el pensador Zygmunt Bauman, mueve a
las masas, con sacudidas de oleaje. Menos mal que el cielo está azul, Diario, y
el anticiclón no deja que haya lluvias torrenciales de estulticia. Celebración,
pues (18:35:49).
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