25 de noviembre de
2017. Sábado.
SALVARSE
Luz entre las sombras, en Torre de la Horadada. F. FotVi |
-Hoy podría
hablar de muerte, de ruina, de odio, de balas airadas, de tiniebla espesa en
las almas. 305 muertos, de golpe, como un fogonazo imprevisible, diabólico. Satán
vestido de yihadista perverso, luctuoso, poniendo bombas y pegando tiros,
contra el rezo, contra los que se inclinan -hermanos todos- ante Alá. Los
muertos los ponen los sufíes; los que matan, los suníes. Y todos, con la cabeza
tocando el suelo, salmodiando al mismo Alá, el de las misericordias. Se dice
que los sufíes ponen la mística, los suníes -por ahora- las bombas. En una
mezquita humilde, al norte de Egipto, y en hora de oración, estalló la muerte: 305
sufíes, víctimas de sus hermanos encolerizados. Mientras unos rezaban -vivían-,
los otros, mataban, sin piedad. Y todos tratando de honrar a Alá, el mismo destinario
de las palabras de unos -la oración-, y los gestos perversos -las bombas- de
los otros. Y yo me pregunto: ¿qué aceptará este Alá de devotos y asesinos, la
oración de unos o las bombas de los otros? ¿Quién será feliz en el cielo de las
huríes, el místico o el guerrero? ¿Quien reza, o quien mata? ¿O, simplemente, Alá
quedará inerte, impasible, con una mano en la barbilla pensando qué hacer o qué
decisión tomar? Alá, por el que se mata y se muere, rezando: unos, con
palabras; otros, con la creencia de que derramando la sangre de los que rezan o
inmolándose ellos, se salvan. En el islamismo, Diario, la salvación se puesto
muy cara: o matas o te matan, para salvarte (18:18:41).
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