domingo, 26 de noviembre de 2017


25 de noviembre de 2017. Sábado.

SALVARSE

Luz entre las sombras, en Torre de la Horadada. F. FotVi

-Hoy podría hablar de muerte, de ruina, de odio, de balas airadas, de tiniebla espesa en las almas. 305 muertos, de golpe, como un fogonazo imprevisible, diabólico. Satán vestido de yihadista perverso, luctuoso, poniendo bombas y pegando tiros, contra el rezo, contra los que se inclinan -hermanos todos- ante Alá. Los muertos los ponen los sufíes; los que matan, los suníes. Y todos, con la cabeza tocando el suelo, salmodiando al mismo Alá, el de las misericordias. Se dice que los sufíes ponen la mística, los suníes -por ahora- las bombas. En una mezquita humilde, al norte de Egipto, y en hora de oración, estalló la muerte: 305 sufíes, víctimas de sus hermanos encolerizados. Mientras unos rezaban -vivían-, los otros, mataban, sin piedad. Y todos tratando de honrar a Alá, el mismo destinario de las palabras de unos -la oración-, y los gestos perversos -las bombas- de los otros. Y yo me pregunto: ¿qué aceptará este Alá de devotos y asesinos, la oración de unos o las bombas de los otros? ¿Quién será feliz en el cielo de las huríes, el místico o el guerrero? ¿Quien reza, o quien mata? ¿O, simplemente, Alá quedará inerte, impasible, con una mano en la barbilla pensando qué hacer o qué decisión tomar? Alá, por el que se mata y se muere, rezando: unos, con palabras; otros, con la creencia de que derramando la sangre de los que rezan o inmolándose ellos, se salvan. En el islamismo, Diario, la salvación se puesto muy cara: o matas o te matan, para salvarte (18:18:41).

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