martes, 29 de octubre de 2013


29 de octubre de 2013. Martes.

TRAGEDIAS

Discreto llanto. F: FotVi


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
-Y se acumulan las tragedias: seis muertos en León por un escape de gas grisú en el pozo Emilio del Valle. Y la pregunta es: ¿por qué ocurren estas cosas todavía? Con tanto dios científico y técnico, y siguen pasando estas cosas; y no hay habilidad o previsión prácticas que aminoren estas catástrofes.
¿Y Dios? Ha puesto los medios: la inteligencia y la capacidad de inventiva en el ser humano para hallar las medidas con los que contener la desgracia. ¿Que no basta? Quizá al hombre le parezca que no; pero a Dios, sí, que hizo al hombre a su imagen, dotado, pues, de clarividencia intelectiva y libertad, fluido del espíritu de Dios en la mente humana. Dios, dice la Escritura, es inteligencia creadora y libertad, en el amor.
Tal vez al hombre, que es criatura inteligente y libre, le falte, sin embargo, amor, o la capacidad de sacrificar sus propios intereses frente a los intereses del prójimo. Más muertes en una mina por inhalación de grisú, ese silencioso y discreto gas, que mata o explosionando o, como la serpiente, deslizándose por grietas y galerías, hasta ser letal. El grisú (metano, dióxido de carbono, y, en menor medida, hidrógeno y otros gases) en túneles de minas de carbón ha matado siempre; y se han tomado medidas, pero, por lo visto, no las suficientes. Se sabe que por debajo del 5% ni arde ni explota; ¿por qué entonces no controlarlo? Es seguramente la desidia humana, acorde con la libertad de hacer o dejar de hacer, u otras causas más obscenas, como los resultados económicos.
Es como fumarse un puro y tomar una copa, mientras pasa la muerte, siempre que a mí no me toque. Cuanto me llegue el momento, se piensa, ya veremos; y en todo caso, cuando llegue, que me quiten lo bailado.
 Es la incoherencia humana: echarle la culpa a otro, cuando se tiene a mano la solución. Se trata de vigilar y procurar que el grisú no suba del 5%, para hacer que siga siendo serpiente (no se podrá evitar), pero sin la mordedura fatal. El grisú es serpiente que huye (y aun se la llega a privar de sus colmillos de muerte), si es controlada.
Yo, en todo caso, rezo, y no al superhombre de Nietzsche, sino al Dios del evangelio, el de la misericordia; por los fallecidos en León; pero también, Diario, por los que lloran estas muertes (18:36:04).

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