20 de marzo de 2015. Viernes.
PALABRAS PARA
DAR
San José con el Niño, de Salzillo, en Ricote. F: Googel |
-Me conmueve José de Nazaret, santo y carpintero; santo y hacedor de
mesas, sillas y alguna que otra puerta de sicómoro (sólo el lujo del rico usaba
puertas de cedro en Galilea); artesano, pues, de sillas para sentarse a la mesa
y de puertas para dejar entrar al amigo (¿Por qué no al enemigo?) y, entornándola,
dar largas, luego, en conversación y amistad, pausando la salida. José fue reputado
o tenido por padre de Jesús, el hijo de María, su esposa. Fue hombre que se fio
de Dios (como Abraham) y Dios de él, e hizo posible, con María, el Misterio. El
Misterio (o Misterio de misterios): Dios, que, por ser amor, se hizo Hombre, y amó;
es decir, dio figura al amor, intentando salvar a lo humano (desde el amor) de
las terribles y sombrías abominaciones del desamor de los humanos. José de
Nazaret cuidó del Hombre (Dios) en su niñez: en su crónica de la niñez de Jesús,
Lucas dice que Jesús «crecía en sabiduría, en estatura y en gracia». José,
pues, enseñó a vivir a Jesús, a crecer, a ser hombre. Los primeros pasos, las
primeras risas, las primeras palabras (¡estrenar palabras, qué luz!), las
primeras preguntas y respuestas: «Padre, ¿por qué Dios?, ¿por qué el
cumplimiento de la Ley?, ¿por qué la Pascua…?»; hasta que supo dar pasos propios
y responderse incertidumbres a sí mismo. José lo llevó de la mano, y hasta lo
perdió en el templo a los doce años. María y José lloraron esta pérdida; pero
supieron (sin saber) que Jesús debía «estar en las cosas de su Padre». Jesús crecía,
pues, en edad, en sabiduría humana (y divina), y en gracia. José ayudó a Jesús
a crecer en edad y en el saber humano; pero la gracia es cosa de Dios. Me
conmueve José de Nazaret, porque de sus silencios sacó palabras para dárselas a
Jesús, del que llegaron a decir que tenía palabras de vida; y muchas de estas
palabras, Diario, salieron, sin duda, de la boca de José (20:12:36).
No hay comentarios:
Publicar un comentario