21 de marzo de 2015. Sábado.
¡AH!, BOSTEZÓ
TODO
Los pájaros blancos del sol, en el Mar Menor. San Pedro del Pinatar. Murcia. F: FotVi |
-Tierras del sureste. Entonces, el sol, después de varios días huidizo y
terco en no aparecer, en esconderse, ha salido, galanteador, a ofrecer sus
respetos a la primavera. (Decir que suena mejor primavera, que equinoccio; equinoccio suena a artilugio,
a artefacto robótico, que, en un momento dado, puede descomponerse en tornillos
y planchas de metal, en pura chatarra). Este año, la primavera se adelantó,
dicen, y, con un pie en el día 20 (de marzo) aún, ya era primavera; no pudo
esperar al día 21, que es fecha oficial de su alumbramiento, o de su arribo al
bello despertar (¡Ah!, bostezó todo) de la flora y la fauna. Los meteorólogos
daban para hoy truenos y rayos y ha salido el sol, animal silente, y ha llenado
de pájaros blancos el paisaje. El sol, en estas tierras, suele ser descortés y
burlón con los técnicos que quitan y dibujan nubes en el cielo; las lluvias,
sobre todo, se ríen de sus oráculos y sus mapas de isobaras, tan lindos e
incurvados, tan líricos, que invocan a la feminidad. Isobaras, pues, engañosas;
más o menos, como promesa de político en campaña electoral o de escritor que
afirme haber vendido diez millones de ejemplares de su última novela infumable;
ensoñación esta ni siquiera creída por él. Hay veces que la isobara dice que te
va a dar el oro y el moro de la lluvia, para quedar luego en un modesto pis, o
chaparrón ridículo. Y, como casi cada día, esta vez en Yemen (antes de ayer, en
Túnez), un clamor de matanzas (142 chiíes ejecutados en mezquitas -esta vez
musulmanes como ellos) son el resultado de aquello que Occidente, como alivio a
sus miedos, llamara «primavera árabe»; es decir, la primavera de la debilidad de
nuestro mundo confiado. Yo, Diario, sin importarme su credo, también he rezado
por ellos; desde la paz de un día soleado, he rezado por ellos (20:37:41).
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