6 de octubre
de 2015. Martes.
MI ANTIGUO
LENGUAJE
Ballet flamenco, en el Mar Menor. Salinas de San Pedro del Pinatar. F: FotVi |
-Se ha cansado el otoño de serlo y ha vuelto a
echar mano de unos días con sol y verano, y playa. El sol vuelve a tostarse en
la playa, donde a veces ballenas y delfines -y otras especies- echan ancla y
fenecen. No me gusta el verano porque en verano se oyen lamentos en el mar;
llora por tanta agresión de playa con cuerpos echados, tomando el sol, dicen, pero
en realidad matando el mar. El mar se abre a ríos, a tormentas, a la luna, que
lo riela, iluminando su movediza costra de animal grande, dinosaurio que brama y
duerme, y amamanta a lo creado. El mar es gracia y es pavor, y es risa, y amor,
y palabra infernal y gloriosa, y, a causa del ser humano, degradación. En este
momento, y a esta hora de progreso de la humanidad, el mar es muerte,
anunciada. Si le regalas tu oído, y tienes la humildad de oírlo, sentirás sus
latidos enfermos. Cada vez hay menos voces como la de Jacques Cousteau que puedan
decir: «Muchas personas atacan al mar, yo le hago el amor», enamorándolo. Mas
bien podamos decir, como lamentación llorosa, lo que Jorge Luis Borges: «El mar
es mi antiguo lenguaje, que ya no alcanzo a descifrar». O aquello otro de quien
deseó ser poeta, y cantó: «¿Si digo una palabra, si la creo / alta y azul,
anuncio el mar? Si digo / “la mar”, ¿pronuncio
todas las palabras…?». El mar, mi maestro del lenguaje, y de la vida. Ah, otoño,
que vuelves a traer un verano alitúrgico, de otro tiempo, lluévete ya a
raudales y que el mar quede libre y sea purificado así de tanto «toma-sol con
barriga», y sombrilla sin sombra. Como decía el papa Francisco: «cuidemos lo que
es débil», la tierra, que nos ha sido dada, y nos precede. Dejemos vivir, Diario,
lo que otros deben gozar y celebrar, enamorándolo (20:34:05).
Quisiera ser marinero, marino, pescador y buzo para conseguir, como enamorado, las caricias de ese mar al que temo y amo. El mar bravío, masculino, Vicente, me da pavor y me anonada. La mar serena, femenina, Vicente, me incita y me atrae para pensar que en su vientre conviven en armonía manadas de sirenas escuchando las voces lejanas de los poetas vivos arracimados, con vestimentas angélicas, con el corazón en el cielo y la mirada en sus azuladas y quietas aguas.
ResponderEliminarQué bello lo que dices, José María. Te manifiestas "un marinero en tierra", al modo de Alberti. Padre, dice, "¿Por qué me desenterraste / del mar?" La mar, madre y poesía, y ensoñación con sirenas.
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