21 de febrero de 2017. Martes.
EL LIENZO DEL PAPEL EN BLANCO
Sin vuelos, en Torre de la Horadada. F: FotVi |
-A veces pienso que no voy a escribir más, lo pienso,
y lo hago: escribo. Ir contra corriente es algo que me provoca y me llena la
mente de acacias y otras historias, como echar migajas de pan a las palomas y
que vuelen para mí o para alguien necesitado de vuelos, para un paria. O plantar
una semilla y que crezca y se haga algo que siente, que oye, que dice. O no
dice; solo está. Dice Eloy Tizón, autor de un libro terrible, hermoso,
concluyente -Velocidad de los jardines-,
que escribir es «llenar un hueco», «cubrir un vacío». El hueco o el vacío que
siempre hay en un papel en blanco. Si miras el papel en blanco con
detenimiento, verás que allí, en su interior infinito, hay cosas que se mueven
y voces que, si pones el oído, se oyen. Y oír la sima de un vacío es algo
impresionante, te hiela. Bien sea la sima donde andan las estrellas o las simas
de la tierra, donde clama: o el agua de los torrentes o las musarañas. Y luego
escribirlo, ponerlo tal cual es en el lienzo del papel en blanco. Como el
pintor, con sus colores siempre nuevos, inquietos, siempre temblorosos por la
emoción de cómo los dispondrán. Disponer letras en un papel, como colores el
pintor, es una luz que brilla entre los dedos del escritor, como un
acontecimiento de puzle por componer. Disponer, letra por letra, las palabras, y,
palabra a palabra, el conjunto, es una aventura de orfebre del lenguaje para
que éste brille y subyugue, e irrite, a veces, y conmueva siempre. Y llegue al
lector con la pureza del agua y la claridad de un alma infantil. Hoy, Diario, quizá
no diga nada interesante: nada de niños con hambre ni de la fe con obras, nada de
Dios y sus silencios (o sus miradas, ¿mira Dios?, ¿desde dónde?), pero sí digo
lo hermoso y terrible que es escribir, y lo cruel que es no hacerlo, pues en hacerlo,
encuentras tu libertad y el tono del himno que cada día le haces a la vida, y
que, desde la libertad, te llena de asombro, de pánico, con escalofríos de ave
que vuela (11:26:45).
Doy gracias a Dios por poder disponer de folios en blanco o soportes electrónicos donde confesar nuestros gozos y aflicciones. La edad del papiro tuvo que ser más onerosa. El folio alivia y permite estrechar lazos de amistad, comunidad de ideas que hierven en el cacumen en un totum revolutum. Un abrazo al atardecer.
ResponderEliminarSí, dar gracias a Dios, José María, por este milagro del papel (o la máquina) en blanco, que deja que te explayes y expreses tus pensamientos, tus historias, tus sueños, sin cortapisas. Es todo una maravilla que no solemos agradecer, y lo hacemos poco. Otro abrazo al atardecer.
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