26 de febrero de 2017. Domingo.
CONCIENCIA NEGRA
Tumba sumeria saqueada, en Dhahir, en Irak. F: Holly Pickett |
-Después de tantos días con nubes hechas de arcilla,
como barro de alfarero, sale el sol y se agradece. Y sale, desgajando nieblas y
dando ímpetu y floración al árbol. El árbol, que empieza ya a mover sus
entrañas; entrañas, que serán flor y luego hoja. O pintura sólida: el blanco y
el verde, paletadas vibrantes que embellecerán el paisaje, y las miradas. Llenar
una mirada de paisaje: o alegrar lo ojos y encender el alma. Todo es uno, como
el corazón en la boca cuando dices luz, o puerta abierta, o me voy con los
pájaros a volar. O a soñar. Mientras, me aterra esta noticia que leo: la
destrucción sistemática y el expolio de ciudades milenarias en Siria y en Irak,
como una demolición del pasado, de nuestras raíces históricas. Allí comenzó
todo, en esas piedras, en esa realidad histórica destruida: las palabras (esa
luz en la lengua), o la escritura (esa otra luz posada en el pergamino o en el
papel, diciendo, aleteando, mordiendo, gritando en él), o lo que es la
humanidad toda: su epopeya, su voz, su misticismo, su liberación ahora
postrada. Pero lo peor está en que hay quien en Europa, en Estados Unidos, y en
otros países, compran estas reliquias, estos dones del pasado: los perversos
traficantes de todo, o el infernal mercado negro; negro como el tizón, negro
como el vómito de un váter, negro, en definitiva, como una conciencia negra. ¿Podrá
haber, Diario, algo más abismal, más tristemente oscuro, quemado, rabioso, envilecido,
que un conciencia negra? (12:47:56).
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