sábado, 10 de junio de 2017

10 de junio de 2017. Sábado.
DE TERTULIA, EN MOLINA

Un ser risueño, en Murcia, en La Opinión. F: FotVi

-Un pequeño grupo, en tertulia, y la palabra como tema, como pájaro volador al que había que dejar en libertad, el miércoles, en Molina. Encerrada en el libro, había que abrir el libro y dejar que volara la palabra, que saltara de rama en rama, que piara, que dijera sus cosas y volviera al libro, a su hoja de silencios y latidos. A su castillo encantado, y enamorado. Nos reunimos Paco Illán y Toñi, José María  López y Rufina, Irel Faustina, Teresa Sandoval, Juan Serrano y Domingo, y señoras, y algunos más, entre los que me cuento. (No recuerdo más nombres). No éramos muchos, pero sí los necesarios. Ni uno más ni uno menos, exactamente los que debíamos estar. Y, allí, con devoción casi religiosa, dimos suelta a las palabras, que dijeron y crearon, porque la palabra no solo dice, sino que recrea cuando dice. Es el milagro de Dios. Dios decía, y conforme decía, las cosas iban siendo, existiendo: la luz, o el día; y la oscuridad -el otro lado de la luz-, o la noche; y el firmamento, y el agua -la de arriba y la de abajo-, y así, todo: como la aves del cielo, los peces del mar, y los animales que viven en la tierra: también el hombre Adán y la mujer Eva, madre de todo ser que piensa. Y allí, en Molina, le salieron aleteos al libro, palabras, que, tras regalar el oído y mover sentimientos -cosas, misterios, escalofríos -«morder escalofríos, / en las palabras»-, volvían al libro, y allí se encubrían, invernaban, Diario, hasta una nueva primavera, en la que el libro Piedras rodadas sea abierto de nuevo y las palabras vuelvan a rodar, recreando cosas en las cosas, haciendo que vibre el verbo en la lengua y encandile al aire, y al lenguaje (11:43:52).

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