jueves, 8 de junio de 2017

8 de junio de 2017. Jueves.
EL HÉROE DEL MONOPATÍN

Y corría en patinete, en Londres. F: Malagón

-Y, de pronto, caemos en la cuenta de que la vida es preciosa, irrepetible. Y, aunque joven, la vida se puede ir por la brecha abierta en el costado por una hoja perversa de cuchillo. Solo basta que una mano con odio la empuje hasta abrir una herida por la que la vida se vaya sin retorno. Iba en bicicleta y llevaba un monopatín; y se enfrentó a unos terroristas que acuchillaban a una mujer indefensa. Y, frente a la teoría postmoderna de mirar y huir, él hizo lo que cualquier persona de bien: se enfrentó al peligro. ¿Con qué arma? Su monopatín. El héroe del monopatín -o del patinete- le llaman ahora. Una muerte así, violenta, inesperada, pasaba por allí, se adjetiva heroica. Lo heroico va más allá de lo que es simplemente humano; a nadie se le pide ser héroe. Pero los hay que, desafiando el peligro, se suben a Rocinante (su valor y determinación, su osadía jovial y juvenil) y se defienden atacando. Es lo que le ha ocurrido a Ignacio Echeverría: joven, que, además de héroe, era muy religioso, y del Ferrol. Que una cosa no quita la otra. Y sus amigos dicen de él, que era «humilde, íntegro, muy ético, solidario, ayudaba a los marginados». Yo le doy lo que puedo, Diario, mi homenaje y una oración, y en la que pido a Dios, que detenga esta salvaje selva de odio en que nos vemos envueltos, y que nos regale la paz (20:54:54).

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