28 de julio de 2017.
Viernes.
ANGUSTIAS
Coro de los ángeles, en Catedral de Murcia. |
-Parafraseando a Ortega
diré que yo soy yo… y mis angustias. Con todos los ahogos y las desesperanzas de
su alrededor. Estamos en un mundo de quejidos, de terribles desasosiegos, de
penas sagradas. Todos reímos o lloramos según las circunstancias, según soplen
los vientos. Ayer reíamos por el oro de Mireia Belmonte en natación (Campeonato
del Mundo), para más tarde llorar por la muerte de la niña Lucía Vivar, perdida
y hallada muerta junto a las vías del tren. Dicen que anduvo tres kilómetros
entre vías y matorrales, desniveles y otros peligros. Hasta que un golpe -no se
sabe de qué, de quién- la mató. Lloro por sus padres, y rezo por Lucía. Que el
mundo de los ángeles la acompañen. Diario, yo soy yo... y mis pavorosas angustias (19:32:33).
El final de una vida, por el misterio ulterior que muchas veces no sabemos digerir, por muy rápido que suceda, siempre nos produce angustia y abatimiento. El caso de esta niñita es de los que conmueven hasta los corazones más duros. Misteriosa muerte que añade más misterio a nuestras vidas de seres pensantes. Y la inmensa tristeza de unos padres, abuelos y familia por los que ruego para que asimilen, con valentía no exenta de dolor, tan desconcertante y súbita desaparición.
ResponderEliminarEl misterio de la vida, que llevamos, como dice San Pablo de la gracia, en vasijas de barro. El caso de esta niña a mí me ha conmovido hasta el llanto. Pie nso en sus padres, en su familiares, y todo por un desgraciado descuido. Todo es inexplicable. Tremendo. Y, aunque rezo, pienso que cómo van a asimilar una desgracia así. Con todo, ahí está Dios, el consolador. Que él haga el milagro.
EliminarCristo lo dice muy claro: venite ad me omnes qui laborati et onerati estis et ego reficiam vos. Es difícil, a veces, aceptar con mucha fe estas palabras de alivio, pero Él no puede fallarnos aunque no lo entendamos muy bien,
ResponderEliminarDifíciles palabras, pero palabras que nos dan esperanza y seguridad en el porvenir. "Todos los que estáis cansados y agobiados"; es decir, cualquiera que necesite ayuda y confíe en él. Efectivamente, no puede fallarnos.
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