9 de julio de 2017.
Domingo.
APARTANDO
SOMBRAS
Soñando, en el jardín- Torre de la Horadada. F: FotVi |
-Se suele decir que se
muere una sola vez, pero yo diría que, mientras vives, te vas muriendo muchas
veces, con más o menos intensidad, instante a instante, sueño a sueño. El
tiempo le va cobrando versos a la vida, hasta que la deja en la gran elegía,
sin versos y solo en el recuerdo de otros, o en el borrón final. Borrón que, si
lo llenas de vida y sueños, al fin se hace claridad. Ir encendido por los
sueños, como alguien con una antorcha en un túnel, iluminando pasos y
horizontes, y alertas. Apartando sombras como telarañas. El tiempo es siempre ahora, decía James Baldwin, poeta. Y
Albert Einstein, científico: el tiempo es una ilusión. Baldwin era un realista, y Einstein, un soñador: el uno
hizo poesía y el otro la teoría de la relatividad, otro modo de poesía. Porque
realismo y sueño coinciden en lo que ambos son belleza y metáfora, número y
palabra, sentimiento y vida. El uno por el camino de la vida, el otro, por el
camino de las estrellas, pero ambos dando pasos desde el presente al futuro, o
inaugurando el futuro en el presente. Es labor de los poetas y científicos hacer
que el presente y el futuro se unan en los sueños, sueños que más tarde hacen
que florezca liberada la realidad; liberada de su pesada carga de realidad. Pues
como dijo Platón: «el tiempo es una imagen móvil de la eternidad». Y otro modo
de poesía en el tiempo: la de aquellos que investigan y sacan luz para curar
enfermedades que matan. Como el cardiólogo clínico e investigador Alberto
Domínguez, que ha descubierto una molécula que recupera el corazón de personas
infartadas. Así, Diario, se hace camino, y ciencia, y poesía, e historia, al
andar (12:24:51).
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