viernes, 18 de agosto de 2017

18 de agosto de 2017. Viernes.
LLENAR UN MINUTO DE SILENCIO

Sonrisa de un ángel niño, en Catedral de Síbenik. Croacia. F: FotVi

-Yo he llenado el vacío del minuto de silencio que, por el atentado de Barcelona se ha celebrado en toda España, con una oración. Ese minuto de silencio se puede llenar: o de lágrimas o de palabras -plegaria-; o, con sus fríos y ausencias, dejarlo deshabitado, como una ruina fatal, colérica. Yo, en mi minuto de silencio, he puesto palabras: como dolor, prójimo, Dios. Será una oración en ascensión: dolor por el prójimo caído, y Dios, donde se concentran todas las angustias e incertidumbres, y miserias, de la humanidad. Es el Aleph, el punto adonde revierten todas las perspectivas, aun las más idas o lejanas, las que están más allá de las estrellas. Cuando rezas por el dolor, la oración se hace dolor, plegaria con lágrimas, y más si hay niños (almas de gracia) dentro de ese dolor, en su interior incendiado, en su boca ardiente de lobo. Decía Umbral: «El niño es sagrado… Y por eso la vida es sacrílega cuando profana al niño, cuando atenta contra él». Y añade: «El atentado contra la vida del niño es una destrucción de la única sacralidad de la existencia». (De su desgarrador libro Mortal y rosa). En una foto veo a un niño en el suelo, desmadejado, con el padre a su lado pidiendo auxilio con los ojos perdidos. ¿Quién puede ayudarme?, parece decir. Como en La historia interminable (Michael Ende), da la sensación de que se nos está deshaciendo el reino de Fantasía en el que vivimos en occidente y tiene que venir alguien que ayude a recuperarlo. Mi minuto de silencio, Diario, lo he intentado llenar de luz y de piedad, y de Dios, como la última puerta a la que llamar cuando todo lo demás falla, cuando el cielo se nubla y llora la tierra, cuando se intenta acribillar la convivencia y la paz, el amor (19:51:22).

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