martes, 1 de agosto de 2017

31 de julio de 2017. Lunes.
LA BARCA DE CARONTE

Polvo de estrellas, en el jardín. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Dejo atrás la Torre y me precipito en el horno de Murcia, en el que me aso como un sorprendido pastel de carne. Pero es igual: dejo atrás un mes bello y reparador, con Candela y la familia, y visitas a los amigos. Y caminatas muy de mañana hacia el mar, donde sorprendía al sol despertando y abriendo uno a uno los registros de su afanosa plenitud. Dejo el mar y me vengo al infierno de Dante, sin un Virgilio que me guíe ni una Beatriz que me salve. Al llegar a Murcia, ha volcado la barca de Caronte y ando por un lago de aguas hirvientes, aunque llevaderas con aire acondicionado. Y ahí estamos: entre el calor y la tormenta devastadora, consumiendo días y acontecimientos, algunos chuscos y otros trágicos. Entre los trágicos, está la muerte del bebé Charlie Gard, no en brazos de sus padres, como hubiera sido lo lógico y amoroso, sino un lugar de cuidados paliativos desconocido y de color blanco sudario, según la ley. Las leyes, a veces, parecen mordidas y posteriormente regurgitadas por el diablo, para castigo (y vergüenza) de los mortales. Leyes que no apuestan por la vida, sino por la muerte. Como se ve, leyes obscenas y sórdidas que atacan a lo más noble y tierno de la condición humana: el derecho de un bebé a morir en brazos de su madre, o el de una madre a darle el último aliento a su hijo. Tal, Diario, como un beso de Dios (19:22:48).

No hay comentarios:

Publicar un comentario