martes, 10 de diciembre de 2019

10 de diciembre de 2019. Martes.
LA SOMBRA

Sombras en la playa. Las Canteras. Las Palmas de Gran Canaria. F: FotVi

-Me pongo al sol para hacer sombra, porque si hago sombra es que estoy. Y, si estoy, puedo soñar. Dato curioso: la sombra me sigue y nunca puede alcanzarme. Irá delante o detrás de mí, a un lado o al otro, pero siempre dependerá de que yo esté o no. Pienso: la sombra defenderá mi existencia, pues si yo falto, mi sombra morirá. Sólo hay un momento durante el día en el que la sombra y yo coincidimos: cuando el sol nos cae de plano desde arriba, y ella es entonces un charco a mis pies. Un charco que no brilla, pero es peana que me dice que estoy. Y que puedo soñar. Y sueño que una a una se van apagando todas las palabras del universo: luz, madre, Dios, todas; pero hay alguien que me pide: «Piensa una palabra, que, aquella palabra que tú pienses, quedará, y será la que engendre una vez más a todas las palabras». Mientras, se iban apagando palabras: amor, cielo, tierra, y yo no sabía. «¿Qué palabra elegir para que vuelva a recrear otra vez todas las palabras?» Y seguían apagándose palabras: mar, agua, amor. Hasta que en una palabra vi la luz: «¡Piedad!», dije, con un sudor frío en la frente, y, en el sueño, esperé. Y, en la espera, vi que todas las palabras que se habían borrado volvían a iluminarse de nuevo, como una noche de Navidad. Pues ocurrió que, con la palabra piedad, volvió madre, y con madre, amor, y con amor, Dios, a la que siguieron todas las demás, como luz, agua, cielo, tierra… Y desperté con la sombra que, al atardecer, se alargaba tras de mí, como si me siguiera un pequeño perro faldero o lo que en realidad soy: un poco de sombra con un alma que alienta en mí, que me dice que aún sigo en la tarea de vivir, y que, a veces, Diario, sueña  (19:00:44).

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