24 de diciembre de 2019. Martes.
CARNET DE IDENTIDAD CELESTE
La cicatriz de Belén, de Bancky, en Belén. Israel. |
-La
Navidad viene para trazar puentes y evitar muros. Jesús nació en Belén como
puente de la historia: puente entre el antes de él y el después
de él. Y puente, además, entre Dios, el invisible, y el hombre caído en la
limitación de sus egoísmos. En Jesús, el hombre vio, por fin, el rostro de Dios.
O sea, Dios se abaja y el hombre es ascendido. Dios se hace Emmanuel
(Dios-con-nosotros) y el hombre, hijo de Dios: con carnet de identidad celeste. Ya
no hay muros, sino todo abierto en la tierra y en el cielo: todo hecho
horizonte. Ya no hay un Dios de Israel, siempre en guerra con los otros dioses
tribales («Porque el Señor ha escogido a Jacob para sí, a Israel para posesión
suya». Salmo 135), sino un Dios abierto a todo el que lo quiera acoger en su
corazón. Dios no impone, invita. Hoy contemplo una foto hiriente: un Belén
construido tras un muro de hormigón y un impacto de obús, en forma de estrella,
a su espalda. Es el muro que separa a Belén de Jerusalén y del resto del mundo,
como un lugar apestado, en el que sin embargo todavía sigue, en el corazón de
los que aman, naciendo Dios. Todavía en Belén andan la ternura y la alegría llamando
a la puerta del posadero, que se niega a acogerlas, porque van vestidas de pobreza. Todavía en Belén nace Dios, Niño, indefensa humildad, pequeña luz en
la total oscuridad del mundo (17:43:54).
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