24 de mayo de 2025. Sábado.
LA DELICADEZA DEL QUE ALIENTA
LA DELICADEZA DEL QUE ALIENTA
Lluvia que inspira, y bendice. F: Internet. |
-Ayer viernes, en la ciudad de Murcia, llovía, tan suave que al pisar el suelo no salpicaba. Todo era liviano, amablemente hermoso, como una palabra dicha en susurro, medio oculta para que sea leída en los labios.
Ayer mañana,
mientras oía (y olía) llover, pensaba que eran dos modo de oración, una que subía, la
mía, y otra que bajaba, la lluvia. La mía daba en Dios, y la de Dios daba en el
corazón de la tierra, fertilizándola. En el camino se encontraban y jubilosas
se saludaban.
Yo que, como diría San Francisco de Sales, respiro por la oración, quiero creer que el cielo lo hace por la lluvia. En todo caso, ambas, mi oración y la lluvia, son vida, aliento, redención, cercanía del Creador.
En la oración, Diario, yo toco a Dios, y en la lluvia, Dios bendice la tierra, con la delicadeza del que alienta y cura (otro modo de tocarla) y así seguir amándola.
Yo que, como diría San Francisco de Sales, respiro por la oración, quiero creer que el cielo lo hace por la lluvia. En todo caso, ambas, mi oración y la lluvia, son vida, aliento, redención, cercanía del Creador.
En la oración, Diario, yo toco a Dios, y en la lluvia, Dios bendice la tierra, con la delicadeza del que alienta y cura (otro modo de tocarla) y así seguir amándola.
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