sábado, 7 de enero de 2017

7 de enero de 2017. Sábado.
HORIZONTE

Mirando al horizonte, en Lo Pagán, Mar Menor. F: FotVi
-En el día de la Epifanía -revelación, apertura, aurora, luz-, leo que el Papa Francisco ha dicho que los Magos de oriente se pusieron en camino hacia Belén, porque «tenían el corazón abierto al horizonte». Horizonte, o el más allá que siempre es más allá, que nunca se alcanza, la línea en que se perciben juntos -hasta que llegas a ellos- cielo y tierra, para, una vez allí, encontrar que, esa conjunción táctil, casi sensorial, se ha ido más lejos. El horizonte siempre está un poco más allá, siempre del otro lado de la utopía. Los corazones libres y el horizonte se atraen, porque el horizonte también es libre para, una vez que se ha sentido hallado, desplazarse un poco más allá. El horizonte siempre está transitando, como un caminante con sueños. Los Magos se dejaron guiar por su corazón y por la lejanía -el horizonte, la estrella- y se encontraron con Belén. Y se dieron con un Niño en brazos de su madre, un Niño al que adoraron, cayendo así en la cuenta de que allí se paraba un horizonte y empezaba otro; allí se detenía un tiempo y se precipitaba otro, el de la armonía (armonía: amor) entre Dios y el Hombre. Dios, en la atalaya del hombre y el hombre, en la de Dios: a un mismo nivel. Y no es verdad lo que dijera Ángel Ganivet, que «el horizonte está en los ojos -¿en el corazón, tal vez?, ¿transitando de los ojos al corazón?- y no en la realidad». Pues en esta ocasión, la realidad se hizo horizonte -Emmanuel-, que los Magos pudieron tocar, adorar, amar. Esta vez, Diario, el Horizonte no huyó, se mantuvo Niño en los brazos de su madre, para, luego del llanto, reír, y consolar (18:46:10).

jueves, 5 de enero de 2017

5 de enero de 2017. Jueves.
REYES DE ORIENTE

Suspirando por llegar, en el dibujo de Candela. F: Candela

-Se me aparecen los tres Reyes de Oriente y me dejan: Baltasar, el silencio: oro; Gaspar, la palabra: incienso; y Melchor -que así se llaman los tres Magos-, la  angustia de tener que decirlas: mirra. Me dejan mi vida y se van. Me dejan los silencios y las palabras, y se van. Sólo me dicen que los silencios hablan y las palabras callan, y a mí - en mi afonía de hombre- me dejan en solitario para decir todas las palabras, y que las oigan los silencios. Como un calvario que subo cada día, como una cruz que me mata a cada instante. A veces, luego de pensarlas, escribo las palabras, una a una, y las pongo en orden como una fila de perversos bichos que pugnan por salirse de la hilera. Me dan guerra, pero al final obedecen, y, en fila, hablan al silencio, que entiende. Noche de Reyes: noche, pues, de sueños, noche de niñez preciosa que ve lo que no se ve y oye lo que no se dice, y luego lo escribe todo en cartas misteriosas que yendo, y sin ir, siempre llegan a su destino, para, al fin, dejarnos en el zapato el milagro del asombro y del corazón latiendo, aceleradamente. Noche de Reyes, Diario, o noche para el niño y para quien -sin serlo- cree serlo, y se hace niño, y, con la mirra de las palabras, lo dice (17:29:58).

miércoles, 4 de enero de 2017

4 de enero de 2017. Miércoles.
EL MENDIGO

Fiesta de comprar, es Navidad. F: Telesur

-Feliz navidad, nos ha nacido el Consumismo. La Navidad ya no es fiesta de guardar, sino fiesta de comprar. O de adquirir cosas -no siempre necesarias- por vicio. Nos ha nacido el «niño dios» del consumo, y, con él, el vicio de seguirlo. ¿Emmanuel? ¿Dios-con-nosotros? No: dios-con-rebajas. Nos ha nacido la oportunidad, el chollo, el llevarme por tres lo que costaba seis, y el ir de tienda en tienda como el que recorre todos los belenes de una ciudad. Y, además, agradecido de que le hayan timado, sangrado. ¡Es tan linda la navidad consumista! Escribía John Berger, fallecido recientemente: «La sociedad de consumo del siglo XX es el primer modelo político para el que un mendigo no significa nada». El Mendigo (o Dios-con-nosotros), Diario, ya no significa nada para esta sociedad derrochadora y agradecida, y radiante, y que, con síntomas graves de parálisis espiritual, dice una vez y otra: feliz navidad (19:54:04).

lunes, 2 de enero de 2017

2 de enero de 2017. Lunes.
RÍEN

Lo viejo y lo nuevo, en la naturaleza. F: ABC

-Esta vez, la noche de fin de año, ha sido otra: más cordial y comunicativa, y más celebrativa. Y es que la fiesta -aparte de ser neutral en lo de la edad, no hay edad para la fiesta - tiene más iluminación y recorrido si es fiesta de varios. Mientras te llevas el tenedor a la boca, el uno dice y el otro comenta, y todos ríen. Ríen con risa vieja, pero ríen. Lo que alguien dice, les pilla de improviso y ríen con la boca llena, pero se tapan con la servilleta. Los convencionalismos. Somos José Luis, Juan, Pepe, Mario…, yo. Una docena de comensales solitarios que se prestan compañía. Todas las nochebuenas ceno con la familia, es noche de reunión, y más si hay un ser alado entre nosotros: Candela. Pero otros años, la nochevieja la he celebrado en soledad, por la lejanía. Y no he reído, sólo he pensado. Han sido noches de silencios, de silencios grandes, como una catarata, y sin respuesta. Este año, sin embargo, he reído, y, con el ruido de la risa, he alegrado el corazón, donde están las sinfonías y los vuelos más lejanos, y adonde puedes ir tú y tus recuerdos. Sólo tú y tus recuerdos. Y he estado en ellos, en mis recuerdos, como un pájaro en la rama donde hizo su primer nido. Fin de año, o como dijo Leila Guerriero: «una patética declaración de buenas intenciones», que a la postre, Diario, casi nunca se cumplen; o se cumplen de otro modo; o, en todo caso, son tema para volverlo a prometer el año siguiente…, si se llega (19:07:40).

domingo, 1 de enero de 2017

1 de enero de 2017. Domingo.
UN NIÑO DENTRO

Soñando sueños, en Múnich, Baviera, Alemania. F: FotVi

-Lo que me duele es dejar de ser un poco niño en cada año que se va. Cada año que pasa, me quita una esquirla del niño que fui. Y con esa esquirla de niño, me quita también un poco de la capacidad de asombrarme, de turbarme ante la inmensidad de las cosas que vivo cada día. Ejemplo: la inmensidad de una gota de agua o de una galaxia, la de un sí o un no, la de poder reír o llorar. O la de ir muriendo el niño y creciendo la ficción de ser mayor. Por algo exclamaba Kobayashi Issa, poeta japonés, inventor del haiku: «¡Ah, ser como un niño el día de año nuevo!». ¿Decía esto porque cada año nuevo volvía a ser niño o como lamento porque se le iba escapando entre los dedos de los años, como una bola de jabón, el niño que había sido? Perder el niño que fuimos: posible ruina del nuevo año que empieza. Aparte de la euforia que causa saltar de un año a otro, perder el aroma y el enigma de lo niño en la noche vieja del año que se va, es un monumento a la tragedia humana que se avecina. Porque una persona mayor, sin un niño dentro que lo anime al asombro y al embeleso, es, Diario, un huérfano de esquemas de sueños, que se muere de soledad intelectual (18:52:32).

sábado, 31 de diciembre de 2016

31 de diciembre de 2016. Sábado.
FIN

Muere el día, en Salinas de San Pedro del Pinatar. F: FotVi

-Se va el año; y me voy yo con él. Todos, en el mismo barco, nos vamos yendo con él. Que el año que viene -nuevo, forastero, extraño- nos vaya abriendo la incógnita de la profecía del porvenir. ¡Una hermosa profecía! Pero, como toda profecía, un pequeño relámpago de luz en la lejanía. Un adviento de llamarada, de albor, de claridad, que todavía no nos da en la cara, no nos seduce. Un posible Sol que nos prometa más justicia, más paz, más verdad, más libertad, más amor. Aunque sólo sea, Diario, en vislumbre, en destello: sólo un pequeño candil encendido de esperanza (18:53:14).

viernes, 30 de diciembre de 2016

30 de diciembre de 2016. Viernes.
CALENDARIO

Lo nuevo y lo viejo, en el jardín. Las Palmas de Gran Canaria. F: FotVi

-El calendario es, está, late, farfulla, cuando ya se ha pasado; mientras, es un porvenir que todavía no es ni está ni ha sucedido. El calendario es un escalofrío que no se ha dado, un suceso por suceder, una duda, algo que está en el papel sin más y no se ha cumplido, algo impalpable, como un pájaro volando. Vuela el pájaro abiertamente sin saber lo que hay más allá, va deslizándose en el espacio, yéndose hacia un no se sabe adónde, cumpliendo el calendario de su vida voladora, efímera. Del calendario clavado en la pared salen los días, y, saltando sobre las horas y los minutos, y la noche, se hace el día siguiente. El día no sabe si es lunes o sábado, o domingo, eso lo sabe el que hizo el calendario. El papa Gregorio XIII, con Luis Lilio y el jesuita Christopher Clavius, deben saber algo de eso, que fueron los que metieron el tiempo en cuadrículas de almanaque que llamaron días, y así hasta trescientos sesenta y cinco veces, señalando el último día como fin de año, y echando a las gentes a la calle, para que celebren lo que se va, lo que se ido, lo que ya no está. Celebran lo que ya no son, pues sucede que la gente, como el azucarillo en la taza de café, se va diluyendo en el tiempo, se va yendo con los días, y, aunque crea que lo cumple, pierde un año, acortando de este modo la vida, tirándola, Diario, por el balcón de la nochevieja, que es noche de irreflexión, de locura, de aturdimiento (19:43:51).

jueves, 29 de diciembre de 2016

29 de diciembre de 2016. Jueves.
MIEDO A LA LUZ

Bello clamor, en el jardín. Murcia. F: FotVi

-Me cautiva la luz; como los silencios prolongados. Sin luz no hay día, sin silencios no hay palabra que pueda ser escuchada. La palabra se dice, se regala, se echa al viento (alguna vez la atrapa un pájaro y la canta), pero todo está en que haya alguien, aparte el pájaro, que la escuche. Que la recluya en su interior, como el pájaro en su pico. La luz hace clamor las cosas, las envuelve de claridad para que sean vistas. Y entonces son color y presencia, y causa de asombro. Y va la palabra y las dice, y hace un silencio por ver si las cosas vuelven recreadas, y entre la luz y la palabra, y el silencio, las cosas se hacen realidad palpable, se hacen cuerpo, volumen con sabiduría. Entonces dicen que son cosa. La Navidad es tiempo de luz y de palabra: la Palabra se hace carne, y maravilla a la luz, la fascina, desvelando el valor de las cosas. La palabra diciendo cosas, y dándoles consistencia, diciéndonos que están ahí. Por algo diría Platón que la verdadera tragedia de la vida, no es que el niño tenga miedo a la oscuridad, sino que el hombre tenga miedo a la luz. Tener miedo a la luz, Diario, es negar tus ojos al esparcimiento, negarte a ver las cosas, que, desde su humilde gesto de estar, te hablan, y te escuchan (19:13:03).

martes, 27 de diciembre de 2016

27 de diciembre de 2016. Martes.
¡PAZ Y GUERRA!

Paz y guerra, en Pärnu. Estonia. F: J. Giner

-«La paz es un perfume», leo a Ícaro, un amigo de Google. La paz, como la guerra, tiene su olor: el de la paz es aroma, fragancia, y el de guerra, tufo, fetidez. El olor de la paz es promesa, indicio, señal de algo nuevo; el de la guerra es hedor, corrupción, muerte. La paz huele y sabe a progreso, a civilización, da la mano, besa; la guerra huele y sabe a retroceso, a caída, a fracaso, da la espalda, y cae. La paz hace loa de las cosas, la guerra maldice las cosas. La paz hace corro en la plaza pública y celebra el poder irse de picachos, de alturas; la guerra dispersa el grupo y mata al que huye, lo lápida. La paz mastica armonía; la guerra escupe hostilidad. La paz, Diario, habla palomas y ramas de olivo, y toca estrellas, y las escribe; la guerra dice obuses y hunde sueños, expectativas, y las llena de borrones. ¡Paz! (20:23:20)

domingo, 25 de diciembre de 2016

25 de diciembre de 2016. Domingo.
PAPÁ NOEL

La Luna que habla, desde mi balcón. Murcia. F: FotVi

-A veces la Navidad es un largo vuelo hacia el terreno gozoso de la esperanza. Dice la Escritura: «Hoy nos ha nacido un niño», y tú preguntas: «Dónde», y miras a tu alrededor y no encuentras más que desolación, caos, afán de multitudes con hambre y miedo. En el mar o a las puertas de Europa, por todos los caminos. Caos y afán con hambre. Y, sin embargo, si miramos dentro de nuestro interior borroso, si metemos el dedo en nuestra alma donde arde lo que somos, y la movemos, veremos que «el verdadero peligro -como dice Amos Oz en su novela Tocar el agua, tocar el viento- siempre proviene de dentro», como el escupitajo o los sueños, como la esperanza o el abatimiento, como el «yo» o el todos. Todo nace en nuestro interior, todo está ahí, beligerancia o armonía, pecado o virtud, iluminación o tiniebla. Yo, anoche, viví la iluminación, y la virtud, y la armonía. Con Candela. En la cena de Navidad y a la hora de la llegada de Papá Noel (Santa Claus), Candela rompió el cerco de su inocencia y me metió en su niñez, en su otro mundo en el que la Luna habla, en sus mil historias con final prodigioso, y donde Papá Noel, aunque esté, no se ve, pero, aun sin verse, deja regalos, y felicidad, y la nostalgia por no poder ser niño cada minuto del día, y creer así en la gran verdad de lo que es fantástico y que, en alguna ocasión -no obstante ser fantástico-, Diario, pudiera suceder (19:41:31).

sábado, 24 de diciembre de 2016

24 de diciembre de 2016. Sábado.
LA PAZ SE HIZO NIÑO

La paz Niño, Casa Sacerdotal. Murcia. F: FotVi

-Navidad, y se hace un silencio luminoso en la noche, un silencio de espera, del que puede venir a visitarnos la paz. La paz, o una estrella a la que precede la palabra, que se va a hacer carne, que se va a hacer debilidad. Y la palabra se hizo debilidad en la carne, y en ella se hizo posible la paz. Aquella noche se oyó cantar: «Paz a los hombres de buena voluntad» (San Lucas). De pronto, todo se sobrecogió y esperó. De la paz de Dios se desprendió un trozo y nació en un Portal, y se hizo vocabulario de amor para el mundo, letra de esperanza, gorjeo de encuentro. La paz se hizo Niño y habitó entre nosotros, pero hubo quien no la recibió. «Vino a su casa, y los suyos no la recibieron» (San Juan). Y aún nos resistimos a acogerla, y tal es el susto que nos da la paz, que solemos decir: «Si quieres la paz, prepara la guerra». (Vegecio, escritor romano del IV). Una mentira asustada y sórdida que quiere ser verdad. Si preparas la guerra, habrá más guerra; porque la guerra, llama a la guerra. Como la bola de nieve en un alud, acumula más nieve en su histérico correr, en su frenético descenso hacia el caos. Si quieres la paz, hazte paz: en tus miradas, en tus manos, en tus pies, en tu corazón. Anda y da la paz. Mira y siente la paz. Deja que te invada la paz. Como orfebre de paz, construye en ti la alhaja de la paz. Y porque en Belén nos ha nacido la Paz, Diario, Feliz Navidad (11:51:11).

viernes, 23 de diciembre de 2016

23 de diciembre de 2016. Viernes.
SIN ASIDEROS

Bebiendo azul, desde la Trapería. Murcia. F: FotVi

-Salgo a andar y lo hago por una alfombra roja que, desde la plaza de la Catedral, te lleva hasta la Trapería, calle principal de Murcia. Pudiendo ir por fuera, lo hago por donde ella me señala, que es guía para tiendas, cafeterías, y miradas. Salir a pasear sin otra intención que sentir los pies y dejar que los ojos miren, y vean, y escuchen, y sientan, es, en Navidad, un regalo del latido que es la ciudad. La ciudad latiendo y yo oyéndola latir, como cuando te pones un pájaro al oído. Hace fresco y la gente anda un tanto envarada, metida en sus adentros; como si fueran sólo pensamiento, o intimidad que corre. O calor interior: donde el alma. Veo a un pobre, le doy una moneda, y me sonríe; al instante queda en su meditación, en su templo íntimo, quizá pensando en sus cosas, o en las cosas del mundo, que tan herido anda. Veo a un perro que jadea, con la boca cerca del suelo, y a una señora mayor que, tras unos pocos pasos, respira hondo -ahogo- y sigue. Y a contraluz, veo la torre de la Catedral, subiendo, yéndose de sí misma, y, en la cortada que hace, dando con los nudillos en el azul, hiriéndolo, bebiendo azul; y veo a la gente atareada en correr, en ir de prisa. Veo humear el café en las mesas de las cafeterías. Y veo la paz; la paz, Diario, que falta en otras partes: tan martirizadas, tan sin asideros, tan terriblemente silenciosas a pesar de los atentados y las bombas (19:07:14).

miércoles, 21 de diciembre de 2016

21 de diciembre de 2016. Miércoles.
MARÍA NOCHEBUENA

-Se repite el caos; con la navaja del odio, se multiplican los atentados y las muertes, se corta la paz. A trozos. No importan ni el lugar ni la razón: se trata de crear confusión, y, con la confusión, miedos. Miedo al laberinto, miedo a lo que pueda pasar, miedo al ¿y «si, en la próxima, me toca a mí»? Una interrogación lógica y cruel, despiadada, pero real. Antes fue en Londres, en París, en Bruselas, en Madrid, y ahora ha sido en Berlín. Una pirámide de muertos, de vidas segadas, de latidos y sueños parados. Y lo que me parece más terrible y cruel es parar o destruir un sueño, cercenar un latido. ¿Y qué queda de todo esto? Un recuerdo pavoroso de miradas de reojo, de inseguridad asustada. Y lo más alarmante es que no sólo buscan muertos, sino enfermar las almas de los vivos. Embarrar las almas de los vivos de recelos, de suspicacias, cercenarle la alegría de vivir. Pues yo me atrevo a poner -si me lo permitís- esta gota de rocío (Isaías) en este mundo de desierto y zozobra, de ansiedad, para que alivie un poco la sed de justicia que lo acucia, y no muera de dudas y lutos, de tragedias. Como cada año, ahí os mando este poemilla de Navidad. Y, si así os parece, sed felices; es mi deseo, mi ala libre que vuela sobre el caos (11:53:48).


lunes, 19 de diciembre de 2016

19 de diciembre de 2016. Lunes.
LLUVIA CON IRA

Aguas crecidas, en el río Segura. Murcia. F: FotVi

-Luego de la tormenta, viene la calma; ha dejado de llover y la ciudad sale de su aturdimiento y se dispone a ser ciudad normal y andariega, laboriosa. Ya pasó lo peor; o lo mejor, salvo por lo de la abundancia desmedida. No es igual que llueva o que diluvie, como no es lo mismo decir unas pocas palabras sabias, que muchas irreflexivas y descuidadas. Algunos políticos y curas desatinados y patéticos saben algo de esto: hablan y hablan sin lograr alcanzar el fin, que casi nunca tienen. Hoy he salido a pasear, y he fotografiado el río, que parece un Ebro, tan crecido va. En Los Alcázares, inundaciones: la plaza del Ayuntamiento va a rebosar: corre el agua como un inmenso río, que se precipita en el mar. La lluvia, sí, pero con modales, cortés, sin salirse de madre. ¿No puede ser una lluvia cordial, mansa, sin cóleras desatadas? Yo, Diario, pediría un término medio: lluvias pacíficas, como una mano que acaricia, y sin iras descontroladas (19:28:52).

domingo, 18 de diciembre de 2016

17 de diciembre de 2016. Sábado.
POR LA BELLEZA

Armonía bulliciosa, en el jardín. La Torre. F: FotVi

-Llueve. El agua alegra la tierra: la mulle y enternece para la nueva primavera. Llueve con fervor de bocado, apasionadamente. No está mal que así sea en esta tierra de sol y mesura pluvial. Las flores del almendro ya deben estar removiéndose en el interior de las raíces, pensando en vestirse de luz para su aparición en febrero, como un árbol con muchas velas encendidas. Mientras, los políticos van y vienen, luchan, disimulan la sangre en las uñas, se llueven en ellos mismos. Y la justicia se hace blanda, maternal, lírica casi, con los que profanan capillas y dicen cosas procaces mientras se desnudan ante un altar y ríen su propia gracia, tan desgraciada. Dijo Dostoievski: «El mundo sólo será salvado por la belleza», por la belleza y no por el resoplido y la palabra con caries, mellada, mal oliente. Y añadió: «Y la belleza es Cristo», donde se conjuga, por ser amor, Diario, todo bien, o la total armonía bulliciosa (12:33:16).

viernes, 16 de diciembre de 2016

16 de diciembre de 2016. Viernes.
SALTAR AL INFINITO

Existe un más allá, en el aire hacia Canarias. F: FotVi
-Nos es frecuente ni digno de asombro («¡oh!») ver la noticia de diez jóvenes luchando por ser los mejores en aquello en que se afanan o sueñan. Bien sea la música, el deporte, la política, la medicina, la investigación. Soñar, o romper el techo de la fe y de las cúpulas, de los telescopios, e irse a las estrellas y desde ellas saltar al infinito. Más allá de toda idealización, más allá del cosmos y de la ley de la gravedad. Pero con los pies en la tierra y en el trabajo, en el esfuerzo de cada puntada bien dada y a punto de coser, y juntar, lo descosido. Van desde los 17 a los 32 años: así de jóvenes y así de avispados son para no dejarse llevar por la mugre de la resignación o el aquí me las den todas. No quieren aparecer recostados en el sofá del no hacer nada y con un cigarrillo y una copa de indiferencia en la mano, riéndose amargamente del mundo y de su propia e inútil peripecia vital, de su torpeza sin sueños. Estos diez jóvenes quieren soñar y hacerlo con euforia, con embriaguez de utopía, con casi un lascivo deseo de triunfo. En esta época de crisis, del nini (ni estudia, ni trabaja), estos jóvenes, Diario, dicen que existe un más allá donde han intuido el éxito, el laurel del premio, la exaltación de la recompensa (18:45:52).

jueves, 15 de diciembre de 2016

15 de diciembre de 2016. Jueves.
AMOROSO LANCE

Dándose caza, en la Catedral de Colonia. Alemania. F: FotVi

-San Juan de la Cruz, o el poeta que tanteaba en la noche para, desde la fe, desde el desolado y sin embargo lluvioso desierto de la fe, vislumbrar, o entrever, a Dios. Dando tumbos entre la gracia y la aridez, y amando, San Juan de la Cruz -ayer fue su día- se engarzaba, se alojaba en el Todo, o en lo que solemos llamar Amor o Dios, o el Esposo buscado por el Alma. El místico vive en el cuerpo -entre pucheros, Santa Teresa-, pero con el alma en vuelos de búsqueda, en éxtasis liberadores. Se escapa el alma, mientras el cuerpo se resiste a la huida: el alma es ligera y el cuerpo es pesado, como el ala y el pájaro, como su vuelo y su tener que volver a tierra a picotear alpiste. Aunque ambos, ala y cuerpo, al fin, se dan la mano, se concilian, hay boda, hay vuelo. «Tras un amoroso lance, / y no de esperanza falto, / volé tan alto, tan alto, / que le di a la caza alcance», escribe San Juan. Un lance de amor divino, y un vuelo con alas de esperanza, le hacen volar tan alto, que acaba por dar a la caza alcance. Dios arriba -el Esposo-, y, desde abajo, en vuelo espiritual, sin límites, el feliz cazador da a la caza alcance. Cazar al Dios que salva, Diario, que buena caza ha sido (18:42:17).

martes, 13 de diciembre de 2016

13 de diciembre de 2016. Martes.
DIAMANTES ROTOS

Lágrimas calladas, en El Cairo. Egipto. F: ABC

-Veo en la prensa una foto de una monja llorando. Oigo esas lágrimas. Las oigo en mis ojos, como lamentos callados del mundo. La causa ha sido una masacre -23 víctimas- en una catedral cristiana copta de El Cairo. En vez de rezos reflexivos y de alabanza, ha habido bombas, y un salmo de desesperación en las lágrimas de la monja, un tumulto interior de preguntas -¿Por qué, Señor?-, quizá sin respuesta. O con una respuesta tan íntima, tan postrada, que no oímos. Las preguntas quedan petrificadas en las lágrimas, que se hacen diamantes rotos, cuentas de un rosario atormentado que nunca acaba. Un rosario de muerte. Y en ningún lugar del mundo he oído un minuto de silencio (el silencio es audible) por esta acción cruda y feroz contra unas personas que hacían sus rezos, sus inciensos de fe, sus manos de paz alzadas. Los minutos de silencios suenan más -y se exhiben más- si se hacen en los estadios o en las plazas públicas de los ayuntamientos. Aunque esos minutos de silencio, a veces, no digan nada. O digan un poco de algo sin definir. Y todo porque como dicen que dijo Curcio Rufo, historiador romano: «Los ríos más profundos son siempre los más silenciosos». Puede ser. Tal vez, esas lágrimas tan clamorosas y calladas de la monja, sean el minuto de silencio enternecido que el mundo no ha dicho, y que ella, Diario, lo ha expresado llorando, con las manos enlazadas y el corazón absorto, vislumbrando que algo suena más allá de las bombas, en lo invisible, donde el espíritu ve lo que no los ojos, o que los ojos ven y no lo dicen (11:08:49).

domingo, 11 de diciembre de 2016

11 de diciembre de 2016. Domingo.
PREGUNTA

La respuesta, San Juan de la Cruz, en Murcia. F: FotVi

-Domingo, y Dios en medio de nosotros: él señala caminos de alegría, dice la Escritura. Porque «fortalece las manos débiles», «robustece las rodillas vacilantes», y dice a los «cobardes de corazón: sed fuertes, no temáis». Las manos, ese suceso con el que se enhebra una aguja o se dispara un arma, con el que se acaricia o se hiere, o se planta un árbol. Y las rodillas, la dulce máquina de poder andar, de salir de ti, de irte a otras partes donde el trabajo o la amistad, o el simple ejercicio de la contemplación. (En la contemplación se abarca todo lo creado). Fortalecer y robustecer lo débil y vacilante, lo que duda si estar de pie y doblarse, o caerse sin poder levantarse. Y lo más arduo: «los cobardes de corazón». A éstos, un consejo: «Sed fuertes, no temáis». Porque «se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará». De tal modo, que Juan el Bautista manda a dos de sus discípulos a preguntar a Jesús si era él el que tenía que venir, y éste les contesta: «Id y contad a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven (se despegarán los ojos del ciego)…, los sordos oyen (los oídos del sordo se abrirán)…, y a los pobres (los cobardes de corazón) se les anuncia la Buena Noticia». Jesús, como argumento, cita a Isaías, que ocho siglos antes ya había trazado el programa del Mesías: la liberación de los oprimidos y el rescate de los maltratados por el destino. Ya entonces anunciaba Isaías: «Y volverán los rescatados del Señor». Y lo harán con cánticos y sueños: «Vendrán a Sión con cánticos: en cabeza, alegría perpetua; siguiéndolos, gozo y alegría. Pena y aflicción se alejarán». Sin selfie, sin fragores, sólo en procesión de salvados, con salmos en la boca y los pies ligeros; camino, Diario, de la salvación (19:10:39).

sábado, 10 de diciembre de 2016

10 de diciembre de 2016. Sábado.
TERNURA

Latiendo, al otro lado de la valla, en Murcia. F: FotVi

-Este otoño va pasando por días de luz y turbiedad. En estas tierras, es más dócil el otoño que otras estaciones del año -invierno y verano, sobre todo el verano-. El verano, que te asa con sus chicharras crujiendo, crepitando como las llamas de un incendio. «El aire del otoño no derriba el amor», dice el poeta José María Soubirón, ¿y por qué?, porque «lo envuelve un momento de ternura». La ternura, o esa otra escala suave del amor, que, como el roce de un gato a tus pies de ermitaño, abriga y enternece, y corteja; y acompaña y dulcifica la soledad, arropándola con su rabo afablemente sobón. Hoy, día de los Derechos humanos, reivindico la ternura como una de las primeras fases de nuestro transitar por el respeto hacia el otro. Primero, mirar, vislumbrar, y luego disponer el corazón para el golpe de afecto que te hace entrar en el ámbito del otro y aceptarlo, sin tretas, tal como es, en su interior (su templo, su bóveda infinita) y en su mundo exterior, donde se hace la inquietante e hipnótica aventura de vivir cada día, de ser a cada instante, de estar irradiando cosas a cada momento, como sueños, fantasías, o simplemente espejismos, que también valen en épocas de desesperanza y melancolía. Libertad, equidad, y fraternidad; y ternura, Diario, como toque de algo que te hace ver que todo lo otro está ahí, al otro lado de tus latidos, también latiendo (18:57:11)