5 de enero de 2016. Lunes.
POR SI SUCEDE
¿Estrella de oriente?, en el jardín. F: FotVi |
-Los exaltados no me
gustan; ni siquiera me gusto yo cuando me exalto. Jesús, sin embargo, se exaltó
una vez -echó a los mercaderes del templo a latigazos- y lo pagó en la cruz.
Con el templo, aunque se sea Dios, no se juega, pensó Jesús, y zigzagueó el
látigo, lo restalló. Sólo una vez. Jesús, pues, se perdió en el templo y se exaltó
en el templo, una y otra vez a causa de su Padre. En la primera, aún niño, riñó
(amorosamente) a sus padres: «¿No sabíais que debía estar en las cosas de mi
Padre?» Y en la segunda, señalado ya por Juan el Bautista como el Mesías, cogió
el látigo y expulsó a los mercaderes: «No hagáis de la casa de mi Padre un
mercado». Decir que yo no me exalto (arrebato) por virtud, sino porque luego me
entristezco. La resaca de mi exaltación es la tristeza, donde habitan las
lágrimas y el abatimiento. Ahora opto por la timidez y el silencio y no por la ofuscación.
Sea la exaltación para los locos de ideología
y delirio. Y, entre tanto, Diario, yo, con mis sueños de niño, esperando
a los Magos, por si sucede (20:01:15).