19 de enero de 2015. Lunes.
LA OTRA
MEJILLA DE LA PAZ
Dos gotas de luz, de paz, en el jardín. F: FotVi |
-Saqué la cabeza, hice un bostezo amplio, libre (la soledad me lo
permite), abrí un ojo, luego el otro, y vi que llovía. Ha sido esta mañana, al
levantarme. Pero más que ver, me emociona especialmente sentir llover. Sentir el ruido de la lluvia; su palpitar. Con la
lluvia cayendo, siento su pulsación, la fe de la tierra al mojarse, quizá su
vibrar de madre. Al notar la lluvia, la tierra debe decirse: «¡Fecundada!», e
irá y se palpará su vientre (tierramadre),
y notará su gestación. Unos versos: «Yo he mordido hoy la tierra, la he gustado
/ por si sabía a dátil o a manzana… / y me ha sabido a madre su bocado». Son
versos de casi hace un siglo; y son versos que me gustan (como si no fueran
míos). Y decir que, luego de Platón, leo la prensa. Antes a Platón y a otros
ilustres, para distinguir el bien del mal, lo bello de lo feo, y saber que el
deseo de amar y su hallazgo me dan la inmortalidad. Primero leo a Platón, y
luego la prensa, casi siempre reflejo o noticia (mala noticia) de lo innoble y
perverso, de lo terrible y pavoroso. Salvo alguna vez; leo una frase: «Espero
que Bolinaga encuentre en la muerte la paz que no tuvo en vida». Ortega Lara, sin
odio y poniendo la otra mejilla de la paz, da una lección de perdón y gracia, de
indulto, a quien lo tuvo sepultado durante 532 días en un zulo de muerte, en
Mondragón, País Vasco, por orden de ETA. Contra el odio, pues, la otra mejilla
de la paz, en la palabra, donde andan Dios y la poesía. (No lo digo yo; lo dice
Platón)... La paz, Diario, o la música serena que alumbra y anima la
convivencia en la polis, la ciudad (20:30:25).