5 de junio de 2015. Viernes.
EL PEZ VOLADOR
El pescador lo devolvió al agua, en el Mar Menor. San Pedro del Pinatar. F: FotVi |
-«Si salgo de ésta -se dijo, clavado en el anzuelo, el pez volador -; si
salgo de ésta, jamás me fiaré del hambre como consejero». Ver el cebo moverse
(mosca, lombriz, larva, ¡ah, qué manjar!, diablo…), ver su cimbreo y el hambre
haciendo cabriolas (y no de tango) en el estómago y acuciando: «¡muerde ya!», y
la boca hecha agua (de mar), salivándose de gusto, y el planear alegre y confiado
sobre el agua y sus rumores del volador, y el hambre urgiendo «¡muerde,
muerde!», y el pez, mirón, frenéticos los jugos gástricos y los ojos, y que, al
fin, abre la boca, agrandándose el hambre en ella, abre y… ¡zas!, la verdad que
lo atrapa, la verdad mentirosa, el cebo (mosca, lombriz, larva, ¡ah, manjar!,
diablo…), la mentira, hasta caer en la cuenta de que, a causa de su fatídico y
ofuscado consejero el hambre, la muerte estaba en el bocado (¡ah, manjar!,
¡diablo…!). Y se detiene, y mira, aterrado, el pez volador, sin libertad, y el
hambre que sigue y no le ayuda. «Si salgo de ésta…» El cebo y el hambre; o el
sueño y el hartazgo. El pez volador picó y cayó en el ardid de la crueldad
exquisita. Pasa mucho en política. ¿Justicia, igualdad, fraternidad? Y al
punto, el cebo: una revolución, viva, lírica, seductora, que finaliza en
guillotina y en golpe de estado (Napoleón). El pez volador salió de ésa. El
pescador lo devolvió al mar, no tenía el suficiente tamaño. El Pez volador no
volvió a fiarse del hambre ni de sus urgencias ante un cebo apetitoso. El pez
volador nunca más se fio ni de políticos ni de sus cebos: en tiempos de hambres
y vacas flacas, malos consejeros, pensó; prometen y pocas veces dan. Y
advertido y libre, Diario, se fue a volar, sobre las olas (20:35:38).