9 de mayo de 2018. Miércoles.
EL
ORDENADOR
Ojo avizor, del ordenador. F: FotVi |
-Tengo delante
el ordenador, con la pantalla abierta como un ojo inmenso de gigante, que me
mira y me inquieta. ¿A ti, no? Me inquieta, porque no sé qué hay detrás de esa
mirada: si odio, si amistad, o si solo fisgona curiosidad. Escribo palabras y
el ordenador las recibe, como una hoja de libreta, en silencio y con ojo avizor.
No dice nada; solo cuando me equivoco, que se pone rojo de rabia, y tengo que corregir.
Pienso y corrijo. Y entonces da un paso atrás y queda a la espera de otra nueva
palabra; como una ostra que comiera perlas, sin copyright, de otra ostra. Y así
escribo, Diario: con el miedo en el cuerpo, por si llegara un momento en que el
ordenador no quisiera más palabras, sino a mí, y, por su ojo inmenso de gigante
mirón, me tragara como una palabra más y me dejara en su disco duro, terrible y
diabólico, cruel, como la perla en la ostra, nadando en su materia gelatinosa, en
un para siempre sin fin (19:28:13).