martes, 24 de abril de 2018

24 de abril de 2018. Martes.
ALICIA

Con Alicia, en la madriguera. F: FotVi

-Ayer salí y compré cinco libros. (Día del libro, me dije). En total, cinco euros. O sea, baratos. ¿Quién no lee libros a estos precios? He de decir que eran libros viejos, cansados, pero aún con ánimo de ofrecer bellas e inquietantes historias a sus lectores. La librería se llama Mandrágora; es el nombre de una planta que, al ser arrancada -es parte del mito- llora con tal fuerza que su llanto es fatal para quien la escucha. (Harry Potter y la cámara secreta). Uno de los libros que he adquirido es de Balzac; otro, de Larra; otro, de Miguel Ángel Asturias; otro, de Cela; y el último, de Lewis Carroll: Alicia en el país de las maravillas. (Lo tengo varias veces repetido, pero no a la mano). Me sumerjo en su lectura; y, así, con Alicia, oigo hablar, por vez primera, a un conejo, que dice: «¡Dios mío, Dios mío, voy a llegar tarde!». Alicia y yo, en ese momento, no le dimos importancia; pero, cuando vemos que el conejo se saca un reloj del chaleco, lo mira y echa a correr, hasta precipitarse en una madriguera que había al pie del seto, nos dijimos: «¡Esto es admirable!». Y ambos, sin pararnos a pensar cómo saldríamos de ella, nos metimos en la madriguera. Y por la madriguera andamos, contemplando cosas sorprendentes, que un día, si para entonces no he perdido la ilusión de narrar historias, Diario, prometo contarte (19:19:17).

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