29 de abril de 2018.
Domingo.
ALABANZA
SERENA
Plegaria de la rosa, en el jardín. Murcia. F: FotVi |
-Domingo y
oración, o plegaria humilde, alabanza serena. En la misa. Oigo cantar a un pájaro y elevo, en su
canto, mi oración dominical a Dios. Yo, como Einstein, creo en el Dios de
Espinoza, el filósofo holandés, que decía de Dios: «Yo no quiero que creas en mí,
quiero que me sientas en ti». Es la creencia mística de San Juan de la Cruz y
de tantos santos, como el de Asís, que vieron en las cosas sencillas del mundo a
Dios: no en los grandes e incensados -adulados- templos, sino en la chabola del
pobre, en la favela miserable, en el amor de una madre por su hijo, que respira
junto a su pecho. Dios está en el inmenso santuario de una hoja de acacia o de una
gota de agua, en su rezo, en su emoción por existir, en su excelsa
insignificancia. «No me busques fuera, no me encontrarás. Búscame dentro, ahí
estoy, latiendo en ti». ¿Para qué buscarlo fuera, si anda como pulsación en mis
ojos, en mis manos, en mi corazón, tan débil y, sin embargo, tan amante? Esta
mañana, Diario, he rezado con el credo de Espinoza, y se me ha colado una
pequeña luciérnaga, luminosa, en la oración, y, con ella, he dado gracias, he
hecho comunión con Dios (19:20:12).
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