20 de abril de 2018.
Viernes.
PILARES
DEL MIEDO
Ciudad del miedo, en Kaymakli. Capadocia. Turquía. F: FotVi |
-Se me
subió el miedo a la garganta y la silenció. Los miedos se agarran a la yugular
y la amordazan, y, si te dejas, te ahogan. Ahogan a pueblos, como a Alsasua; o
a regiones, como a una parte de Cataluña y a otros lugares del planeta. Como
aquel forastero (Spencer Tracy) que llega al poblado de Black Rock, en Conspiración de silencio, y al preguntar
por un granjero japonés, todo son miradas de través, evasivas, hostiles. Lo que
le hace sospechar que algo muy grave ha ocurrido. Y se dispone a descubrirlo. Me
asustan los miedos, los que vienen de mí, y los de fuera. En los de dentro, los
míos, hay lagartijas; en los de fuera, murciélagos y cobras, y algún elefante
bebido. El templo de la cobardía se aguanta sobre pilares de miedo, y casi
todas las veces se derrumba sobre el inocente que pasaba por allí. «No sé
nada». «No he visto nada», dicen los cagados de miedo, o porque temen por sus
vidas, o porque son parte de la plebe que mete miedo. El encogerse de hombros, Diario,
es la rúbrica del miedo, su credo humillado, su infierno de la resignación (18:19:04).
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