martes, 7 de julio de 2020

7 de julio de 2020. Martes.
ETERNO DESCANSO

Signo de oración, Via Crucis, en el Vaticano. F: Televisión italiana. 

-Ayer, en la Almudena, Madrid, se elevó una oración a los cielos, como incienso –se podía tocar–, para pedir por el eterno descanso de los fallecidos en esta tragedia provocada por el coronavirus. Tantos se han ido sin unos ojos que los alentaran, sin unas manos –quizá las de la enfermera o el médico– que los sostuvieran, con la soledad más pavorosa, tal vez con su fe y sus miedos, y sus angustias. Tanto los obispos como los reyes, tanto los familiares como el personal sanitario, tanto el militar como el político –Pedro Sánchez no estuvo, tiene miedo a la calle, le asusta orar, le aterroriza la sencillez, le duele Dios–; es decir, todos rezábamos y nuestra sola presencia reverencial e íntima ya era una oración. Pero Sánchez faltó: y la oración de Sánchez no fue oída, porque no la hubo. Sin embargo, sí fue oída la de miembros de otras confesiones religiosas. Porque en la oración todos expresamos nuestras necesidades, exponemos nuestra debilidad, lloramos nuestra orfandad. El suave oleaje del gregoriano, su dulce simplicidad, su sonido de caracola en la que se oye el mar, se mezclaba con los silencios, que también rezaban. Silencios rezando al otro Gran Silencio, en la Catedral. Y las piedras del templo escuchando, y el mundo, y los muertos, y Dios, Diario, en la humildad y cercanía de su Silencio (18:28:51).

lunes, 6 de julio de 2020

6 de julio de 2020. Lunes.
LOS COBARDES

Cruz de los primitivos cristianos, en Éfeso. Capadocia. Turquía.

-La cobardía es el ejercicio, en momentos difíciles, de esconderse, de licuarse, de desaparecer. La cobardía es el encierro de alguien tras la puerta del miedo, que mira con solo un ojo por la mirilla, si la hay, cuando se vislumbra el peligro, El miedo, que es libre, es libre de esconderse, de hacerse invisible, de escurrirse. De disimularse. Quizá los cobardes sean los tibios de corazón de los que habla el evangelio, aquellos que huyen de lo caliente y de lo frío y se instalan en la indefinición. No definirse es andar por la vida sin cielo y sin tierra, perdidos, poniendo los pies en terreno resbaladizo. Y si resbalas puedes caer en el abismo. Dice el Papa Francisco que hay cristianos «llenos de luz» y cristianos «tenebrosos». Pero también los hay, añade: «grises»; son cristianos, que están unas veces aquí y otras allá, «son los tibios», Diario, y a «estos –dice– Dios no los ama», les dan náuseas (17:43:57).

domingo, 5 de julio de 2020

5 de julio de 2020. Domingo.
CIELO Y VUELO, RIMAN

Niños celestes, en la tierra. F: Noel Celis

-Domingo, azul, y vencejos. Es decir, Dios, cielo, y vuelo. Un día del Señor perfecto. Pero, al tiempo, también triste, por las consecuencias de la pandemia: pagarán más, y más caro, los que menos tienen. Son, Señor, los que siempre pagan. Los ciegos, los cojos, los desplazados, en general todos aquellos que te seguían y te siguen. Recuerdo el día que, estando prohibido por la ley, tocaste a un leproso. Antes habías oído: «Si quieres puedes curarme». Delante de ti, la lepra, la pandemia, la enfermedad maldita, la proscrita. «Sintiendo compasión –dice el evangelista–, extendió la mano y le tocó». Y el leproso quedó curado. Jesús tocó la enfermedad: hizo suya la lepra. No le tembló la mano al tocar; tocó la enfermedad y ésta se llenó de Dios. Por eso pudo decir Jesús: «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré». Él nos alivia, apaga nuestros miedos, relaja nuestras inquietudes. Él endulza nuestras vidas. Sube hasta mi habitación el piar de un pajarillo; un piar insistente, monocorde, y sin embargo, glorioso, como una oración. Y me pregunto: «¿Rezan los pájaros?». No sé, quizá. Lo que sí sé es que alegran la mañana, y nos llenan, de una bella esperanza; con la antorcha de su canto, Diario, nos iluminan el día (12:03:55).

sábado, 4 de julio de 2020

4 de julio de 2020. Sábado.
CANON DE BELLEZA

Belleza ortodoxa, en Sinaia. Rumanía. F: FotVi

-Es hermoso ser mujer; es hermoso ser hombre. Pero hay algo más hermoso: ser persona, con un cuerpo atado a la tierra y un alma que vuela. «Como el árbol», me podéis decir. El árbol tiene unas raíces que lo atornillan a la tierra y unas ramas, hojas, fruto que lo elevan al cielo, pero sin vuelos. El vuelo, en la persona, es el del espíritu, que, aun estando en el cuerpo, puede romper sus límites e incrustarse en las estrellas, y caminar por los astros como aquel Principito de Saint Exupéry. En la antigua Grecia había un canon de belleza que solo hacía referencia a la hermosura del cuerpo: el ideal de belleza masculino era el atlético, y el de la mujer, la fragilidad y la delicadeza, la esbeltez delicada. Y llegó el cristianismo, y corrigió todo esto: la belleza nace en el interior, dice, y crece hacia afuera, como las ideas o las palabras, o los anhelos de eternidad. El espíritu es la dimensión divina de la persona, que, no obstante, respira en la tierra, y que es a la vez, con la misma dignidad, hombre y mujer; es decir: la perfecta hermosura humana, o la gloria de Dios, Diario, expresada en el hombre y en la mujer, su imagen (18:20:27).

viernes, 3 de julio de 2020

3 de julio de 2020. Viernes.
ARDEN LOS CIELOS

Se llueve el cielo, en Murcia. F: FotVi

-Un día más de calor, abusivo, irreverente, encendido. Arden los cielos y la tierra echa humo, como una implacable barbacoa. Barbacoa en la que se tuestan cuerpos humanos. Solo nos consuela pensar que si nos lavamos las manos –y lo hacemos–, alejamos al covid-19 y nos refrescamos. ¡Ay, el consuelo del agua, ese don, ese trago, esa claridad, a la que apenas respetamos! Llenamos los mares de llagas, de plásticos, de miseria, de ayes que no oímos. Mueren los ríos, los océanos, y se vislumbra el final. En estos días de pandemia, y en uno de los reportajes de una ONG, se ve a una niñita, creativa, hacendosa, lavándose las manos con fruición infantil, en un grifo público, en África. África, donde a veces todo es limitado, indigente, pero luminoso. Esa niña lavándose las manos es la pequeña llama que alumbra la pobreza, que hermosea el agua que aparta de sus manos la terrible pandemia que no avisa y mata. Con qué cuidado, con qué piedad, con qué ternura toca el agua y la deja correr hacia el huerto cercano, donde se hará hortaliza o cereal, en todo caso, bocado que alivie el hambre. La pobreza bendice y celebra cada chorro de agua; muchos de nosotros, Diario, la usamos y la dejamos ir, sin darle las gracias, sin pensar que si nos faltara, moriría la vida, todo sería un infinito cementerio (19:06:25).

jueves, 2 de julio de 2020

2 de julio de 2020. Jueves.
INSTANTES

Instantes blancos, en el jardín. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Se van los meses y llegan los días, y los minutos, y esos segundos que, a veces, parecen siglos, y otras, momentos que ni siquiera se notan, tan poco existen. Tan poco son.  Tan poco están. «¡Un segundo!», decimos, y miramos el largo porvenir que, según nuestros cálculos, nos espera. Un porvenir de andar de puntillas sobre rosas. De consumir segundos como rosas. Instantes como tragos de agua, chispas de luz o polvo. Mientras escribía esto, he pensado: «Si no haces algo, perderás este instante». Y he recapacito, y, por fin, me he dicho: «¡No lo he perdido!» He podido escribir lo que acabáis de leer. De este modo, he vencido al instante, lo he iluminado. Y contra lo que dice Pierre Corneille, célebre dramaturgo francés, cada instante de nuestra vida, no es un paso hacia la muerte, Diario, sino hacia la plenitud (19:21:19).

miércoles, 1 de julio de 2020

1 de julio de 2020. Miércoles.
TODO ES VUELO

Intentando volar, en el jardín. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Un mes más y un mes menos. Lo que vivimos hoy lo dejamos atrás mañana, que también quedará atrás. Hoy es el instante que pasa, mañana es el instante que esperamos, con el corazón en fiesta. En nuestra vida, todo son instantes, que celebramos o que nos angustian. No hay mañana que no nos ilusione. Así como el ayer nos entristece, el mañana siempre anda vestido de esperanza. Me digo: «Ayer fue junio, hoy es julio, y mañana será 2, y todavía con la corona del Covid-19 coleando, nadando, fastidiando». Día a día el tiempo nos arrastra, como un golpe de viento, como una gran ola de mar. Sin embargo yo digo con Alejandra Pizarnik, poeta argentina: «Señor, / la jaula se ha vuelto pájaro / y devorado mis esperanzas. // Señor, / la jaula se ha vuelto pájaro, / qué haré con el miedo». Aunque si la jaula se ha vuelto pájaro, Diario, todo es vuelo, a pesar de los miedos, a pesar del caos que te pueda rodear, a pesar de los otros pájaros que entorpecen tu aleteo, todo es vuelo (19:45:52)

martes, 30 de junio de 2020

30 de junio de 2020. Martes.
QUEDA LA MIRADA

Detrás de la mascarilla, en el jardín. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Se deja el confinamiento y se abre la libertad, pero no se ve la alegría por tal acontecimiento, la oculta la mascarilla. Todos somos el hombre del antifaz. Ocultamos la boca y la nariz, pero queda la mirada. Si la mirada es limpia, trasparente, dirá lo que somos. Los ojos son el ADN de nuestro corazón; si nuestro corazón canta, la música se hace concierto en los ojos. Corcheas y más corcheas haciendo acordes sonoros. Arias hermosas. Y hay palomas, entonces, que vuelan en los ojos. Esta mañana he oído esta verdad: «El amor no se oye, se siente». Como el vuelo de las mariposas, como el asombro del niño por el descubrimiento de las cosas que ensanchan su mirada, como la luz de la estrella que ilumina la noche, y hace, Diario, que se replieguen las tinieblas (11:45:13).

lunes, 29 de junio de 2020

29 de junio de 2020. Lunes.
SE APELLIDA PINATAR

Iglesia de San Pedro del Pinatar, antigua. 

-San Pedro –o la roca, la piedra (Cefas)–, y el pueblo, ahí están. El pueblo, además, se apellida Pinatar. Por el bosque de pinos –dicen– que en él había. Y es feliz. Lo abrazan dos mares: el Mediterráneo –Mar Mayor–; y el otro, el más querido, el amado, el niño –tan frágil como una taza de loza–, llamado Mar Menor. Y San Pedro, el santo, patroneando, dirigiendo la fe de las gentes que lo habitan, como en Genesaret, cuando la pesca milagrosa. Él, dirigiendo la nave en este mar de la Historia, tan triste, tan hidroalcoholizada, tan herida en relaciones humanas, en la que nos ha tocado vivir. Sin embargo, hay fiesta en San Pedro, aunque sea más interior y mística que hacia afuera. El Señor que es coral, universal, se hace sin embargo intimidad, coloquio, recogimiento en el templo del corazón del creyente. Habrá misa, cohetería y cielo abierto a la oración, que es la lluvia que desde la tierra sube al cielo y lo moja, y lo hace florecer. Dios, con oído de Padre, Diario, escucha, y bendice; y en el tañer de las campanas se repite como llamada y júbilo, con emoción de bronce (13:29:36).

domingo, 28 de junio de 2020

28 de junio de 2020. Domingo.
ROCÍO DEL CIELO

Esperando el rocío, en el jardín. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Domingo, sol, y esperanza. Y la vida que sigue, y que, en el domingo, se hace alabanza, júbilo, celebración. La alabanza es el himno, el poema de la esperanza. Si alabo es que espero, y si espero es que vivo. Y si vivo, doy gracias, y ensalzo. Dice el salmo 88: «Dichoso el pueblo que sabe aclamar». Dichoso, feliz el pueblo que sabe dar gracias, elevar las manos y ofrecer de lo que ha recibido, mirar al cielo y esperar la lluvia, para seguir viviendo. Sin lluvia no hay cosecha y sin cosecha se muere la vida; la vida que es gracia; gracia alimentada por el rocío del cielo, que es bendición, fertilidad, abundancia ¿Hablo de Dios? (18:11:31).

sábado, 27 de junio de 2020

27 de junio de 2020. Sábado.
IDEALISTA AZUL

Azul, en el jardín. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Se toca la paz, en este día de "sábado azul", que diría Katy Parra, poeta. También azul el vuelo vertiginoso de los vencejos. Y hasta ese silencio de las cosas, que solo se oye en el otro silencio que te observa cuando te miras en al espejo, el que siempre dice la verdad. Yo ando por el mundo de idealista azul, de soñador azul. De tonto azul. Esa es la razón por la que he podido tocar la paz azul, en este sábado azul. ¿Y Dios? Dios no tiene color, porque es amor; y el amor es leal y noble trono de todos los colores. Dios no mira el color de las cosas, sino la claridad –que no es color, sino esplendor– de las almas. Pongo atención, Diario, y noto a Dios hablándome en silencio, riendo conmigo en silencio, caminando conmigo en silencio, y entonces digo con Octavio Paz: «Froto mis párpados: / el cielo anda en la tierra», azul (10:36:59).

viernes, 26 de junio de 2020

26 de junio de 2020. Viernes.
EL PAPEL Y TÚ

En el panel en blanco, escribe. Edificio moderno. Madrid. F. FotVi

-Ante una hoja en blanco sobre la que tengo que escribir, me asustan dos cosas: su modo de mirar y sus silencios. Un servidor, antes de escribir, nunca mira fijamente la hoja que tiene delante; hoja que, como un ojo de tigre, te espía; la miro como si no la mirara, distraídamente, haciendo como que no la veo. Incluso, disimulando, silbo algo para distraerla. Y no oigo los silencios que lanza, que dan en los oídos como truenos de una tormenta inminente. La tormenta de la escritura. Pero su mirada y sus silencios te obligan a pensar, a hilar con finura lo que piensas, y a colocarlo luego letra a letra en el papel, como el que clasifica piedras preciosas. El papel y tú, o la tierra que tú aras, y que roturas, y que siembras hasta recoger el fruto: la espiga o la aceituna, el buen texto o el inicuo panfleto, que hiere. Y como diría George Orwell, el autor de 1984, novela, donde describe la maldad del ser humano contra el ser humano: «El gran enemigo de la claridad en el lenguaje –dice – es la insinceridad». Es decir, la falsedad, el fingimiento, el disfraz. Maldades de los tiempos en que vivimos: en política, en medios de comunicación, en redes sociales, en la judicatura, en cualquier escupidera, adonde mires. Pero, yo, Diario, en vez de llamar a la ira, convoco a la esperanza, para que ella me saque de este trance, y con Charlie Chaplin, digo: «Si ríes, el mundo reirá contigo; pero si lloras, el mundo dejará que llores solo» (18:25:04).

jueves, 25 de junio de 2020

25 de junio de 2020. Jueves.
EL VACÍO QUE TE MIRA

La casa y los libros, los sueños. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Ayer celebré la vida y la libertad, y el asombro; asombro por el reencuentro con las cosas más entrañables, aquellas que, de ordinario, nos pasan desapercibidas, pero que tan necesarias son en determinadas ocasiones: como el volante, o el cambio de marcha del coche; la carretera y el sigilo de la nube que cubre el cielo y amortigua un poco la saña del sol en verano; el ajetreo de la hormiga, la viveza de la ardilla, la fruta en el árbol, el huerto; y luego el hecho de coger la llave, abrir la puerta, y sentir el vacío de la casa que te da en los ojos; el vacío que te mira, y que te habla, y al que tú, con tu sola presencia, contestas, alegrándola, llenándola. Y es entonces cuando sabes que la casa tiene vida, y que es paciente para quedar cerrada una buena parte del año sin lamentarse, sin morirse; y esto es así porque en ella quedan los sueños que en el verano soñaste con ella, y las estrellas que os saludaron, y los mundos lejanos –las utopías–, Diario, que juntos visitasteis. La casa cerrada siempre vive, recordándote (19:00:09).

miércoles, 24 de junio de 2020

24 de junio de 2020. Miércoles.
DE NUEVO AL VOLANTE

Lugar de sueños, el mar. Lo Pagán. San Pedro del Pinatar. F: FotVi

-He adelantado el reloj media hora y, bostezando, me he acicalado y, tras desayunar un vaso de leche y unas galletas, por fin, he cogido el coche –hacía 4 meses que no lo hacía– y me he echado a la carretera camino del Mar Menor. El día me ha parecido espléndido, y las gentes, y la ciudad, y los árboles, y la brisa que, ruidosa, entraba por la ventanilla abierta. Verme de nuevo al volante, ha sido todo un acontecimiento, que he celebrado diciendo: «Amén». La alegría la expreso o con un amén o con un aleluya, es mi modo de volar y de piar, de dar con los nudillos en el corazón de Dios. Así hablo y río con él. Y me quejo y celebro su amistad. Y, en esto, he llegado a San Pedro del Pinatar. Tenía cita con mi cruel y –sin embargo amigo–, Hilario, el dentista. Me trata con manos de seda, que a veces duelen. Es decir, siempre. Una vez la muela fuera, he saludo a otro amigo: Guillermo, que estos días ha perdido a su esposa Pura. Cincuenta y tantos años de amor y paz, de lágrimas y risas; es decir, de vida plena entre ambos. Nos hemos dado un abrazo (con mascarilla), y a la Torre: esperaba al técnico de la alarma, que no ha llegado: fiesta de San Juan en Alicante. Y, a la vuelta, la brisa otra vez y un poco de lluvia, unas gotas, que han seguido refrescando el día. Pero que, al fin, se ha cargado de calor. Estamos en su tiempo, Diario, el de los calores blancos, revoltosos, de inmaculado color azul (19:28:03).

martes, 23 de junio de 2020

23 de junio de 2020. Martes.
SALTAN PALOMAS

Todo es vida, origen, en el jardín. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Soy de Dios y de la vida. Se me llene la boca, como un bocado de melocotón, cuando digo Dios o Vida, porque los considero a ambos sinónimos. Los considero equivalencia, simetría. Entonces, de mi boca llena de Dios y de Vida, saltan palomas. Y humildes salmos que cantan la existencia: el ser y el amor. Cualquier detalle –una gota de agua, una brizna de paja, un vuelo de pájaro– me emocionan. Y, pensando en Candela –mi sobrina-nieta–, pido una bendición por cada niño que se cruza en mi camino; con cada madre, y a cada anciano. Y me digo a mí mismo: «Dios y la Vida están en ellos». Los unos –los niños–, en el origen, y los demás, en los quehaceres del día a día, que a la vez también son origen y final, pero maravillosos. Contempladas las cosas con curiosidad, con perspectiva de análisis y estudio, con cuidado de arqueólogo, Diario, caes en la cuenta de que todo es creación, que no hay nada que sea inútil o desechable en el mundo, que todo es movimiento que camina hacia su plenitud, hacia una vida que -más allá de cualquier teoría- anhelamos eterna (18:12:15).

lunes, 22 de junio de 2020

22 de junio de 2020. Lunes.
¡ME PONGO EN CAMINO!

Puente sobre el río Neretva, donde nació la esperanza. Móstar. Bosnia-Herzegovina

-Mermados el coro y la orquesta por la desaparición de muchos de sus entrañables miembros –vencidos por el virus– podemos entonar, sin embargo, el Aleluya de Haendel. Porque se han roto las cadenas. ¡Aleluya! Porque hemos visto, acariciada y besada, y celebrada, la libertad. ¡Aleluya! Porque la hemos aclamado. ¡Aleluya! El enemigo aún está ahí, pero también la libertad. La libertad es más fuerte que cualquier pandemia o mano de hierro inicua, no demócrata. A lo largo de la historia han sido multitud los que han dado su vida o su tiempo por defender la libertad, y se han hecho rebeldes con causa. A mí me gustaría beber de su vino, saciarme de sus frutos hermosos, morderlos con avaricia de dulzura. Como el que le da vueltas a un hueso de melocotón en la boca. Ejemplos: Mahatma Gandhi, que decía: «Sé tú el cambio que quieres llevar al mundo»; u Oskar Schindler, el empresario alemán que salvó a cientos de judíos de la gran vesania del tercer Reich; o Nelson Mandela, que se impuso a las prácticas racistas con solo su perseverancia en vivir y dar la paz, y que decía: «Siempre algo parece imposible hasta que se hace»; o el padre Jerzy Popieluszko, sacerdote polaco, 37 años, asesinado por el régimen comunista, y cuyo lema era: «No se puede asesinar la esperanza». Con la fe, Diario, la esperanza es la última luz que nos queda en lo más íntimo de nuestro ser, en el último valle de los sueños, en ese verso del poema que nos invita a decir: «¡Puedo!» o «¡Me pongo en camino!» (19:02:13).

domingo, 21 de junio de 2020

21 de junio de 2020. Domingo.
LA LUZ

Plaza de las sillas, en recuerdo del Holocausto. Cracovia. Polonia. F: FotVi

-Abro los ojos y contemplo la luz del día, su inmensa y abierta claridad. «Siempre la claridad viene del cielo», dijo Claudio Rodríguez. Poeta. El cielo llueve claridad, como llueve vuelos y lejanías, y, en la noche, estrellas. Anoche vi un charco lleno de ellas. Lo moví con la mano y, como un cristal, todas se hicieron añicos. Sin embargo, saqué la mano y se recompuso; fue otra vez el cielo y sus estrellas. Hoy, en la misa, he oído decir: «No tengáis miedo». Les hablaba Jesús a sus discípulos, en la intimidad, en un día de miedos. El miedo nace en la mente, se adentra en el corazón y corroe la vida, como la carcoma un retablo de catedral. No tengáis miedo, dice Jesús: ¿De quién? De los hombres y de las circunstancias en que, a veces, aquél tiene que moverse; ejemplo: el coronavirus. Se puede perder la vida, pero no el espíritu, el alma, que es donde se ensamblan, se hacen una, Diario, nuestra existencia y Dios, que es la auténtica y definitiva vida, la del encuentro entrañable con él en la eternidad, donde se acaban las aristas y los horizontes, pues todo es amor (17:56:40).

sábado, 20 de junio de 2020

20 de junio de 2020. Sábado.
LA «DESESCALADA»

Áloe cabizbajo, nadie lo recordará. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Se apaga el coronavirus y llega, con fuego de dragón en la boca, el verano. El solsticio de junio entra en todo su esplendor, tirando de las temperaturas hacia arriba, como si el sol las llamara. Para calentarlas y dejarlas ir luego y que incendien el mundo, dorándolo en piscinas y playas donde cierta parte de la humanidad se echa, descalza, indolentemente. Es decir, vistiendo el tiempo de oro y toalla, de gotas de agua y piel. España, entretanto, se abre –como el águila– y empieza a bajar de lo alto la escalera del coronavirus. O la «desescalada», palabra que no está en el diccionario. Invento del gobierno –gobierno inventor de neologismos–, que, sin embargo, no acierta a dar la cifra de muertos que ha habido –se trastabilla cuando lo hace– a causa de la pandemia. Les invito a que inventen otra palabra que diga y no diga lo que es morir en este paraíso del «donde dije digo, digo Diego», o el «ahora digo Diego, donde antes dije digo». Tanto es así que con Emily Brontë, poeta británica, se podría decir: «Ah, en la hora en que deba morir, / lo haré sin identidad». Sin apellidos, sin nombre, no he sido: nadie me recordará. Solo, Diario, quien me ame (18:51:05).

viernes, 19 de junio de 2020

19 de junio de 2020. Viernes.
CANTAR UN HIMNO

Alegría de vivir, en el jardín. Torre de la Horadada. F: FotVi


-Hoy, con mi madre que está en los cielos, me he sonreído y alegrado por el triunfo del Real Madrid: 3-0, frente al Valencia. Y he recordado aquella noche –estaba ya muy malita– en la que entré en la habitación donde descansada y le dije: «Madre, hemos ganado 3-1». (Antes había entrado a decirle que perdíamos por 1-0. El Madrid jugaba contra el Zaragoza en el Bernabéu). Y, como el que no quiere, con su pícara sonrisa y su gracia a prueba de desgracias, me dijo: «¡Un rosario a San Antonio me ha costado!» «Un rosario a San Antonio», me dije. No entendía qué tenía que ver el rosario con San Antonio. Pero reí y salí reconfortado de la habitación. A pesar de los años, 97, seguía con el espíritu joven y su sentido del humor alentando optimismo a su alrededor. Se durmió en paz, y, entonces, el que rezó fui yo, para darle gracias a Dios por el milagro de su vida, que fue siempre luz y camino, alegría y libertad, fe y plegaria para mí. Anoche me dormí sin saber el resultado; esta mañana al ver el 3-1, se me han llenado los ojos de palomas. Y lo he celebrado, pensando en mi madre, que, en la paz en que descansa, habrá sonreído y mirado a San Antonio con mirada cómplice, y ambas miradas se habrán entendido, haciéndose un guiño de santidad. En el confinamiento, Diario, viene bien cantar un himno a la vida, aunque sea el de la oda de Schiller a la alegría: «Todos los hombres se vuelven hermanos, / allí donde se posa tu ala suave», alegría (12:41:12).

jueves, 18 de junio de 2020

18 de junio de 2020. Jueves.
LOS AHOGAN CON CUENTOS

La luna que habla, así empieza el cuento. Torre de la Horadada. F: Fotvi

-Murcia se viste de nubes pardas, un vez más. Nubes que, como la lana a las ovejas, le darán más que calor. Hay que esquilarla para que lleguen a su interior rachas de aire fresco: así Murcia se verá libre de sus fuegos. Después de cuatro meses, inactivo, mi coche no arranca. Como el místico que olvida la oración contemplativa, o el asceta que no hace penitencia, o el maestro que no lee y no se pone al día para dar sus clases. Se agostan, se secan. No dan fruto. Dice Raúl del Pozo en el Mundo que «hay que presenciar el debate en el Parlamento como un espectáculo». Si no nos costara tanto, sería un espectáculo circense divertido, reconfortante; pero resulta que, a pesar del virus, no ha habido ningún actor de este circo que haya dejado algo –una pizca siquiera–, de su sueldo para reconstruir lo que el bicho ha deteriorado o destruido. En algún lugar, hasta se han subido los sueldos. No está mal la diversión: qué risa da verlos estornudar, desbarrar, encolerizarse de mentira, para luego salir tan ufanos del hemiciclo, como héroes de un cuento maldito o mal contado. Y es que, como diría, León Felipe: los gritos de angustia del hombre y su llanto «los ahogan con cuentos»; y la gente, al contrario que el poeta, Diario, no aprende, no se sabe «todos los cuentos» (19:21:18).