20 de junio de 2020. Sábado.
LA «DESESCALADA»
Áloe cabizbajo, nadie lo recordará. Torre de la Horadada. F: FotVi |
-Se apaga el coronavirus y llega, con fuego de
dragón en la boca, el verano. El solsticio de junio entra en todo su esplendor,
tirando de las temperaturas hacia arriba, como si el sol las llamara. Para
calentarlas y dejarlas ir luego y que incendien el mundo, dorándolo en piscinas
y playas donde cierta parte de la humanidad se echa, descalza, indolentemente. Es
decir, vistiendo el tiempo de oro y toalla, de gotas de agua y piel. España,
entretanto, se abre –como el águila– y empieza a bajar de lo alto la escalera
del coronavirus. O la «desescalada», palabra que no está en el diccionario. Invento
del gobierno –gobierno inventor de neologismos–, que, sin embargo, no acierta a
dar la cifra de muertos que ha habido –se trastabilla cuando lo hace– a causa
de la pandemia. Les invito a que inventen otra palabra que diga y no diga lo
que es morir en este paraíso del «donde dije digo, digo Diego», o el «ahora
digo Diego, donde antes dije digo». Tanto es así que con Emily Brontë, poeta británica, se podría
decir: «Ah, en la hora en que deba morir, / lo haré sin identidad». Sin apellidos,
sin nombre, no he sido: nadie me recordará. Solo, Diario, quien me ame (18:51:05).
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