26 de junio de 2020. Viernes.
EL PAPEL Y TÚ
En el panel en blanco, escribe. Edificio moderno. Madrid. F. FotVi |
-Ante una hoja en blanco sobre la que tengo que
escribir, me asustan dos cosas: su modo de mirar y sus silencios. Un servidor, antes
de escribir, nunca mira fijamente la hoja que tiene delante; hoja que, como un
ojo de tigre, te espía; la miro como si no la mirara, distraídamente, haciendo
como que no la veo. Incluso, disimulando, silbo algo para distraerla. Y no oigo
los silencios que lanza, que dan en los oídos como truenos de una tormenta
inminente. La tormenta de la escritura. Pero su mirada y sus silencios te obligan
a pensar, a hilar con finura lo que piensas, y a colocarlo luego letra a letra en
el papel, como el que clasifica piedras preciosas. El papel y tú, o la tierra
que tú aras, y que roturas, y que siembras hasta recoger el fruto: la espiga o
la aceituna, el buen texto o el inicuo panfleto, que hiere. Y como diría George
Orwell, el autor de 1984, novela, donde
describe la maldad del ser humano contra el ser humano: «El gran enemigo de la
claridad en el lenguaje –dice – es la insinceridad». Es decir, la falsedad, el
fingimiento, el disfraz. Maldades de los tiempos en que vivimos: en política, en
medios de comunicación, en redes sociales, en la judicatura, en cualquier
escupidera, adonde mires. Pero, yo, Diario, en vez de llamar a la ira, convoco
a la esperanza, para que ella me saque de este trance, y con Charlie Chaplin, digo:
«Si ríes, el mundo reirá contigo; pero si lloras, el mundo dejará que llores
solo» (18:25:04).
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