10 de febrero de 2024. Sábado.
HASTA DAR A LA CAZA ALCANCE
HASTA DAR A LA CAZA ALCANCE
-Dos dígitos ya, y en
febrero: 10. Ya. El tiempo pasa y los números quedan inmutables, tintineantes,
en el calendario, como las asas de una vasija antigua. Todo envejece: también
los años. El 1 de enero: el niño apenas es niño; es un bebé que apenas ríe y
mira, que gorjea y, en un descuido bellísimo, dice: «Ajo» o «Ma…». Ser niño es
lo más hermoso que sucede en la vida de alguien, si se llega a viejo. Ser viejo
y recordar la niñez, es un bombón en la boca del recuerdo, que se gusta con
nostalgia. Es como una bocanada de aire nuevo. Yo, en mi vejez, soy dichoso: puedo
coger el Breviario y rezar, y abrir un libro y leerlo pasando con cuidado de
vuelo de mariposa sus páginas, y escribir, que, con el leer, es lo que más me seduce
y distrae, y lo que da vida a mi espíritu, que necesita hacerse niño –niño que
imagina– en la vejez. Cada día que Dios me deja vivir, gustar, silabear,
saborear, pensar, rezar, es, Diario, una fiesta de año nuevo, que celebro con
gozo de lluvia, sueños de ayer y esperanzas de mañana, y creciendo
espiritualmente, hasta poder dar, con San Juan de la Cruz, a la Caza alcance. Ah,
y llovió: sin furia, amigablemente. Dios nos bendice.