5 de octubre de 2014. Domingo.
PERO SIN
RETRATO
Belleza interior del árbol, en el jardín. F: FotVi |
-Si el alma no crece, mengua el cuerpo. Alma y cuerpo son un todo que se
complementan. Tal es así, que, muerto el cuerpo, el alma vuela, sola, a
regiones celestes e ignotas que sólo en la fe trascienden. A un alma rota,
corresponde un cuerpo arruinado; el cuerpo es el espejo visible del alma
invisible. Ejemplo: un cuerpo alcanzado por el vicio -la bebida, la droga, el
afán de riqueza caiga quien caiga, la insaciabilidad del sexo, etcétera- es el
reflejo de un alma enferma, acabada. Pero no al contrario; en un cuerpo
enfermo, con harapos de indigencia, débil (Teresa de Calcuta, santa de la
pobreza, Miguel y Manuel, santos del ébola, el cooperante Alan Henning, santo
por decapitación, tantos), puede haber un alma grande y viva, alma con la lozanía
de lo que nace, sea brote, pájaro o la primera palabra que un niño balbucea. El
alma parpadea en el rostro como la luz del faro en la noche oscura. Y es
parpadeo que indica muerte o bonanza. En el alma está la raíz de una vida
heroica o fracasada. El reflejo del alma es en el cuerpo, a veces, Diario, como
El retrato de Dorian Gray, pero sin
retrato. Por lo que, si se quiere dar bien en la fotografía de la consideración
de uno mismo y la de los demás, hay que vigilar el alma, su grado de virtud, su
belleza íntima (19:38:46).
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