18 de agosto de 2015. Martes.
INFIERNO DE PAPEL
Belleza otoñal, en ABC. Año 1970. F: FotVi |
-La prensa, de ordinario, es un despiadado asalto de malas noticias, de
horrores, a nuestra sensibilidad. La prensa es un infierno de papel (virtual, a
veces) al alcance de cualquiera. Es el infierno de Sartre, pero hecho de crónicas
insanas, implacables. «El infierno son los otros», dijo; los otros que,
necesariamente, por oficio (y beneficio), escriben la maldad. También alguna
vez escriben lo bueno; pero más, la maldad. La maldad, que, por morbosidad del
ser humano, apasiona y vende más. Morder un dólar o un euro y decir: «¡Vale, tío!»,
aunque tiemble toda moral o ética, se estila ahora. Aunque explote la convivencia
y el silencio de los inocentes (Thomas Harris). Morbosidad (o enfermedad del alma), que, como la
sarna, si es asumida con gusto, no pica. Si es noticia, aunque sea rumor o
chisme, no pica la sarna del escarnio, la burla, la muerte, la guerra, el
naufragio de soñadores de cielos nuevos, los asesinatos en este y en aquel otro
punto, el fraude, el robo, la falacia ideológica (aunque venga de Archipiélagos
Gulag o Campos de Exterminio, los Auschwitz de ahora mismo, aciagos), la
violencia contra la debilidad (la mujer, el no nacido, humillación de todo,
hasta lo más sagrado), tantas cosas, execrables, que se escriben, cada día, y
apenas alguna buena, si acaso (porque cae bien) que el papa Francisco ha dicho
esto o lo otro (si complace), o salvar a estas niñas de la locura de la yihad, o
ha bajado el paro juvenil, algo así, pero triunfa sobre todo lo que es ira y pavor,
y odio, que venden más que la misericordia o el amor, o el silencio de los corderos,
entre los que, Diario, pongo a Dios, y una cruz (12:17:50).
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