24 de agosto de 2015. Lunes.
LA CLARIDAD
La claridad viene del cielo, desde el jardín. F: FotVi |
-«Siempre la claridad viene del cielo», dijo el poeta Claudio Rodríguez,
en su libro El don de la ebriedad. Año
1953. Y esto, la claridad -añade-, es un don; es decir, gratuidad. El don no se
cobra, se da, y, desde la humildad, se acepta como tal. Las tinieblas, que son
oscuras y petulantes, no aceptan la claridad, y jamás gozan el alba. La
claridad reviste las cosas y les da estancia y color, y presencia. Están y se
ven. La claridad exhibe las cosas, las expone, revela su apariencia, su
semblante, las da a conocer. También claridad en el alma, en la mirada, en las
palabras; es lo que pido, es lo que busco. La claridad que hace limpio el corazón
e ilumina las obras, y las deja brasa de amor en cualquier vida, sin humos. No
la tiniebla del odio, del batallar, del simular, del mentir, del sinvivir en la
amargura; la claridad del amor, Diario, es lo que busco, y lo hallaré, porque
es un don; don venido del cielo, al que miro con afán de vidriera que desea ser
iluminada, encendida (20:29:58).
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