1 de agosto de 2016. Lunes.
AQUELLOS PECES
Pescando, en Salinas de San Pedro del Pinatar. F: FotVi |
-Hoy el día es más llevadero, lo cogeré de la mano
para que me guíe por el buen camino. Como hacía mi padre cuando yo era niño y
me llevaba al río a pescar. Me cogía de la mano, y me decía: «Vamos», y yo me
aferraba a su mano grande y trabajada, y me dejaba llevar. En la orilla del río,
todo era paz, salvo algún sobresalto por el pez que picaba y te comía el cebo
sin dejarse coger. Luego volvíamos con la paz ganada en la orilla del río, como
un bello trofeo. Los peces pequeños los devolvíamos al agua, para que crecieran
y dieran lucha al ir a cogerlos. Mi padre no quería nada sin lucha; él, que
hablaba poco, solía decir: «la vida es lucha», y revolvía la colilla de cigarro
en la boca, y me miraba un instante, desde arriba, como una torre, y seguíamos
andando. Él era la torre, yo el silencio que lo acompañaba. Dijo una vez Octavio
Paz: «Yo era niño / y el jardín se parecía a mi abuelo». El río, Diario, se parecía
a mi padre, por él subían todos los peces, miraban el cebo, y pasaban de largo,
y nosotros allí, en la paz del río, esperando la lucha con aquellos peces, que
no llegaba, pues todo era paz (20:12:53).
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