5 de octubre de 2016. Miércoles.
LUZ PRIMERA
Saliendo del mar, en Torre de la Horadada. F: FotVi |
-Día este de luz y pájaros, de sereno estar. Sereno,
porque no ha ocurrido nada que me desestabilice interiormente. Leo, medito, rezo.
Y, si me apura el deseo, si el deseo se me sale por los dedos, escribo. Pongo
en contacto mente y dedos, y estos se ponen a escribir, garabatean sentimientos.
Y escriben lo que les viene de arriba, lugar donde están los sueños, donde
viven las cosas: el pájaro, la luz, el silencio, el ruido, la soledad, la
mezquindad, la juventud, la abulia, la vejez, el tiempo, el espacio, el mar (¡la
mar!), la palabra, el temor, el miedo, la paz, el castillo, la guerra, la
flecha, el silbido, el obús, el canto, el salmo, Dios, el otro lado, la nada, la
risa, el llanto, o la risa que llora, lo negro, lo blanco, la noche, lo
terrible, el amanecer…, respiro y anoto. Escribo. Susurro en el papel. Hablo al
papel. Clamo. Día de luz, digo, y se me ilumina el alma de cosas. Las cosas por
las que vivimos, por las que somos, por las que nos movemos. Por estas cosas, sacudimos
los ojos, las manos, los pasos, pero el que manda es el corazón. O el
sentimiento. O la pasión. O la locura. Me adentro en mí y veo esa luz, que, en
mi interior, se hace eclosión de algo que me dice que vivo, que estoy, que
palpo. Y toco el día, Diario, y veo que es verdad, que soy verdad (12:01:34).
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