13 de noviembre de 2016. Domingo.
LEONARD COHEN
Mordiendo una canción, Leonard Cohen. F: Google. |
-Muere un susurro de voz y una música absorta, encantada,
de ascensión. En los labios de Leonard Cohen, han muerto la voz y el tañido suave
y sublime de la poesía. Sobre todo de la poesía, con la guitarra. En ese cantar
de rumor, de aleteo, de arpa un poco ronca, se oye a David, y a Lorca, y a los
coros que andan por las alturas diciendo salmos, poniéndole luz a las constelaciones,
enseñando a hablar a los árboles. El mirlo ha aprendido a cantar en Leonard, graznando
en invierno y dulcificando su melodía en primavera, haciéndola canto canónico, melodía
celeste. Ha muerto el cantar con secreto, con abismos, con nostalgias, el
cantar activo, inquietante, que tenía tanto que decir. Cantó (diciendo) la
libertad, y dijo (cantando) los infiernos, y, colgado de la voz ronca de un
ángel, dijo los cielos: los hirió, los dañó, y rescatándolos de sus dudas y penurias,
los embelleció, los echó a volar, y con alas de melodía. Qué estremecimiento da
cuando se oye balbucir en la caverna de su voz: «Now l`ve heard was a secret
chord / that David played, and it pleased the Lord… Hallelujah». («He oído que
existe un acorde secreto / que David solía tocar, y que agradaba al Señor…
Aleluya»). Un acorde secreto, misterioso, confidencial, que alguien como
Leonard Cohen pudo escuchar en lo más profundo de su templo interior, de su
cripta con vidrieras con luz, de su alma, y lo traduce y lo da en esta hermosa
canción, mitad rezo y mitad denuncia, en todo caso confidencia de su espíritu
escondido, angustiado, aunque liberado. Y concluye así esta súplica serena y
rebelde: «I´ll stand before the Lord of Song, / with nothing on my tonge but
Hallelujah». (Permaneceré en la oración del Señor, sin nada en mi lengua más
que el Aleluya). Sólo el Aleluya en su lengua, Diario, o la iluminación en la
boca: la llama movediza y sagrada de la poesía (12:19:51).
Sus canciones son quedos murmullos líricos de oración acompañados de pocos gestos muy profundos y suficientes para entrar en loas sublimes a la libertad y a la vida.
ResponderEliminarAsí es, José María, sus canciones son el murmullo de un in-creyente, que sin embargo reza. Canta a la libertad y a la vida, y en ese canto se percibe a Dios. No cree, pero reza.
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