28 de noviembre de 2016. Lunes.
EL RETOÑO
El Retoño, en el jardín. F: FotVi |
-Adviento, o vigilia en espera, vigilia en festiva
expectación, o el Amén o Conclusión que llega; llega el Retoño (Apocalipsis), y
ya se observa florecer y pintarse en el árbol del tiempo, hacerse Fruto
glorioso, coloreado de ricos sabores. Vigilia larga como un rezo de monje, o
como un grito de liberado. Adviento. Cuarenta y pocos días recitando el «Ven,
Señor, no tardes», urgiéndole a no retrasarse, poniendo fe en sus pasos para
que llegue a tiempo y no se demore. Que llegue a tiempo, que el Retoño sea
algún día árbol con frutos de vida y no sólo velamen; es decir, no sólo árbol con
hojas esplendorosas que siempre mueren cuando llega el otoño. Morirse de
ostentación, de apariencia, de no haber sido nada. Triste. O si por otro lado están
la pobreza, el luchar por la justicia, el pasar de largo cuando te insultan, el
decir sí cuando el resto arbitrariamente dice no, o decir no cuando todos ponen
en su boca un sí mendaz, degradante, y te enfrentas y luchas porque todo eso
cambie, se transfigure, y entras en vigilia, y pides la llegada del Retoño, del
«Renuevo», hasta quedar llenos «de la ciencia del Señor», que nos lleve a una
paz incesante, viva, pertinaz, tenazmente encinta, fertilizada. La fe tiene
formas distintas de manifestarse, de darse, de lucir en la sociedad, de ser Amén.
Si luce en mí esta paz, me he dicho, Diario, iluminará a muchos, como una
cerilla en la adversidad de lo oscuro, como una mano que tantea y ve (18:41:22).
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