21 de noviembre de 2016. Lunes.
JUGUETES ROTOS
Por los niños de la guerra, en San Blas. F: FotVi |
-Me preguntaba: ¿Nos merecemos un niño? En un mundo
como el nuestro, ¿nos merecemos la inocencia? ¿Y el poder asombrarnos? En el
día universal del Niño, ¿nos merecemos el poder ser como niños? ¿Tenemos la
sencillez necesaria, esencial, para sentir que así es? ¿Ser como niños?
¿Tenemos la fortaleza suficiente para ir aprendiendo las letras, los números,
tocar la física, experimentar la química, y, en cada hallazgo, dejar que los
ojos se llenen de extrañeza, se pasmen, lleguen al embeleso? ¿Al éxtasis? Ayer
fue el día universal del Niño. ¿Y qué? ¿Se han parado las guerras donde las
bombas, los intereses, la brutalidad, destroza escuelas, rompe niños, mata
sueños? ¿Cómo se recoge la mirada absorta, aterrada, de un niño superviviente,
y que, despavorido, anda buscando su escuela, sus libros, sus amigos, su
maestro? Quizá no haya llanto en los ojos de estos niños, quizá sólo haya confusión
ante tanta ferocidad, ante tanto desprecio por su inocencia desgarrada, arruinada,
por esa crueldad desatada de la guerra. En el día universal del niño, nos
dedicamos a recoger restos de niños rotos, de niños huérfanos de ley y de
cultura, de niños, con unos pocos años, que han crecido de pronto, hasta notarse
con el corazón lleno de odio, de rencor con metralleta. La noticia: ayer, en
Alepo, quince niños fueron sacrificados por los bombardeos que se cruzan entre
los rebeldes y la fuerzas leales al régimen de Al Assad, y, entre el fuego de
unos y otros, quedan atrapados otros 80.000 niños más, que, de momento, ya han
dejado de ser niños; de momento, Diario -sin libros, sin escuelas, sin
maestros, sin la luz del espíritu-, ya son juguetes rotos, niños mayores en
manos del odio y la saña, niños envejecidos (11:10:17).
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