15 de septiembre de
2017. Viernes.
ALEGRÍA
Navidad, alegría en Estambul. Turquía. F: FotVi |
-«Tu alegría es mi
alegría»: o el nuevo lema del colegio de la Salle en Las Palmas. (Que nadie se
entere: me lo ha dicho Candela). Por demás, bello lema, y no solo para niños. Si
le preguntas a un niño qué es la alegría, quizá te sonría, o balbucee, y
simplemente se te quede mirando, asombrado de que una persona mayor no sepa de qué
va la alegría. Aun en los momentos difíciles, el niño ríe, juega, le danzan,
con los ojos, las manos y los pies, y el cuerpo todo, que es como una tiza en
manos de un loco llevando el caos a la pizarra. Alegría -dice-, y el niño se ve
jugando y riendo, o acelerando la mordida al bocadillo, o dándole una dedada al
libro de matemáticas para hallar y aprender que la raíz cuadrada de seis -número
multiplicado por sí mismo- es seis. El niño entiende que la alegría le hace
moverse y reír. Lo mismo que sabe que estar triste, es llorar. O lamerse las lágrimas
de la desgracia familiar y social en la calle. Cuando un niño está triste,
fuma, o hace lo que ve en otros, vagabundear. Chulear. Y anda desarrapado
-derramado- por las calles, pisando charcos y diciendo ¡qué hay, tío! En el
colegio de la Salle, en Las Palmas, los niños se muestran alegres, porque su alegría
-les dicen- es la alegría del otro; y así, Diario, ríen, y juegan, y estudian, y
acaban por mirarse a sí mismos y verse felices en la felicidad del vecino, que también
ríe, y estudia, y juega, y que, alguna vez, cuando se detenga a pensar -los niños
piensan-, caerá en la cuenta de que la alegría es buena y saludable, y da felicidad,
y contagia, como el amor o el silencio, o la ira (18:05:10).
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